sábado, 9 de diciembre de 2017

Las madrinas



Al titular el presente artículo “Las madrinas”, me estoy refiriendo a mis grandes amigas Edelmira Cabrera y Carina Heeger, quienes me hicieron el honor de ser las madrinas, de mi más reciente obra “Luz en mi camino”; la cual fue bautizada y presentada en la ciudad de Madrid, el pasado 25 de noviembre.
Además ellas se encargaron de escribir el prólogo y la contraportada del libro. Que hoy quiero compartir con ustedes:
Prólogo
En 1989 conocí a Fernando. A partir de ese momento y sin mayores relaciones entre nosotros mostró fuertes valores de solidaridad y lealtad.  Hoy, veintiocho años más tarde, ni nuestras discrepancias, tiempo ni distancias han podido romper esos lazos de amistad y respeto que día a día se siguen consolidando.
He podido ver sus primeras prácticas de escritura, desarrolló una guía metodológica para realizar trabajos de investigación y tesis de grado, libro presentado en dos ediciones, cuando ejercía profesionalmente. ¿Quién iba a imaginar que este académico, una vez jubilado, aprovecharía su experiencia como escritor para dedicarse al estudio hagiográfico? Ha forjado un trabajo de cinco obras de estudios espirituales, en diferentes ediciones. Por si fuera poco, mensualmente nos regala, a través de su blog personal, un artículo de reflexión que nos invita a interactuar y plasmar nuestras opiniones.
En esta oportunidad, nos ofrece un trabajo también espiritual, pero más personal y propio, que evidencia una práctica con la vida celestial y la luz en su camino. Por sus estudios diarios de la palabra de Dios, sus actividades como maestro de Reiki para ayudar en la sanación mediante la imposición de mano y por su constante interés en crecer y cultivarse espiritualmente, considero que esta obra aumenta la credibilidad de sus palabras. Se esmera en aprender y compartir su crecimiento. Su esfuerzo y dedicación se encuentran claramente reflejados en este hermoso trabajo.
Edelmira Cabrera
Contraportada
Y dijo Jesús…
“Yo Soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8, 12-20)
Pero, ¿Cómo recibir la luz?....
Fernando nos regala un pedacito de luz.
Producto de su estudio y crecimiento interno, nos ofrece un compendio de reflexiones sencillas que nos retan a reconstruir nuestro mundo interior y a nosotros mismos.
Reflexiones, que nos orientan a salir de la oscuridad espiritual para entrar en la luz de la verdad y llenarnos de amor, gozo y bondad.
Es un libro que invita a la meditación diaria y está dirigido a aquellas personas cuyo espíritu esté dispuesto y deseoso de cambiar; aligerando cargas emocionales y alimentando el alma.

Fernando Castro Márquez, profesor jubilado y autor de publicaciones orientadas al crecimiento espiritual a través de la oración y el amor.
          Carina Heeger

Presentación
        
Correspondió a mi amiga Leylanis Gamboa hacer la presentación del libro, presentación que igualmente les comparto:

En Luz en mi Camino, su autor ofrece un conjunto de reflexiones o directrices sobre cómo emprender la senda de la vida y asumirla con plenitud, a partir del autor reconocimiento de nuestra esencia lumínica como creaciones de Dios y del papel activo que hemos de jugar no sólo en nuestro propio ejercicio de vivir y evolución espiritual sino como apoyo en la senda de nuestros semejantes. Así, partiendo de una filosofía particular de vida, que nace de su propia experiencia vital y de sus lecturas diarias de la Biblia, el autor pone a la disposición del lector una serie de reflexiones o pequeñas máximas, las que le han servido a sí mismo para asumir plenamente la vida y fomentar su desarrollo espiritual, con la idea de que puedan ser de utilidad para recorrer su propio camino a todo aquel que se abra a ellas.

        Esta otra en su sencillez tiene el inmenso valor y grandeza de mostrarnos que, como creaciones de Dios que somos y, por lo tanto, seres de luz, nuestro rol, tanto en nuestra propia vida como en toda la realidad circundante, de la que forman parte esencial el resto de seres humanos, ha de ser activo y no pasivo, crítico y reflexivo, rememorando constantemente nuestra naturaleza lumínica y divina, teniendo siempre presente que, independientemente de las circunstancias externas, la luz de Dios siempre está ahí para iluminar cualquier oscuridad temporal y yace en nuestro propio ser para envolvernos e irradiarnos siempre que lo necesitemos o permitamos.  Pero, como hijos de Dios, no debemos permitir que esa luz se quede encerrada en nosotros; estamos obligados a irradiar nuestra luz, a dejar que inunde todo nuestro entorno circundante. La fuente de nuestro ser, que se nutre de esa luz prístina, no puede extinguirse o agotarse, pero sólo puede alcanzar su máxima plenitud en nuestra interacción con el mundo circundante, con el que formamos una unidad.
        Se necesita mucha valentía, grandeza de alma, vocación de servicio y amor para vivir con esa conciencia, para convertirla en propósito y directriz de vida e, indudablemente, Fernando la tiene. Todos los que hemos tenido el honor de conocerlo y de compartir su amistad, no podemos dejar de rememorar con esta obra la hermosa, profunda y sencilla súplica del devoto al que San Francisco de Asís confiere voz en su ruego vital por convertirse en instrumento de la paz Dios:
 “Señor, conviérteme en un instrumento de tu paz.
Donde haya odio, permíteme sembrar amor;
donde haya herida, perdón;
donde haya duda, fe;
donde haya desesperación, esperanza;
donde haya oscuridad, luz;
y donde haya tristeza, dicha.
Oh, divino maestro, otórgame
no tanto buscar el consuelo, como consolar;
ser comprendido como comprender;
ser amado como amar;
porque cuando damos recibimos;
cuando perdonamos somos perdonados;
y cuando morimos nacemos a la luz eterna.”

Oración de San Francisco de Asís

Ciertamente, esas palabras se llenan de actualidad con las reflexiones o pequeñas máximas de vida que nos ofrece Luz en mi Camino.
                                                                                                                    Leylanis Gamboa

lunes, 27 de noviembre de 2017

LUZ EN MI CAMINO



El pasado sábado 25 de noviembre, en la ciudad de Madrid, en una ceremonia privada y sencilla, organizada por Edelmira Cabrera y Carina Heeger  madrinas de la obra y con el apoyo de Leylanis Gamboa, fue presentado y bautizado mi nuevo libro “Luz en mi Camino”.
Dentro del grupo de invitados, se encontraba José Rivas, quien gentilmente me envió su opinión y apreciación del libro, y que hoy, además de agradecer a José, el mismo, quiero compartirlo con ustedes:

Luz en mi Camino
Luz en mi camino es un libro escrito por alguien que un día en su transitar por este mundo vio la luz cuando la oscuridad vestía su cuerpo y abrazaba su mente. Él está encontrando y transitando con fe y contagiosa alegría el camino, estrecho, empinado y reconfortarle que lo lleve a su creador.
Luz y Camino, dos palabras místicas que caminan por si solas pero cuando se encuentran producen chispas luminosas que traen respuestas a muchas de nuestras preguntas trascendentales en la búsqueda de la paz interior.
La luz, esa energía que da claridad y vida a todas las cosas y hace que tus ojos brillen y tu corazón palpite. En ausencia de la luz ni las sombras existen. Aquel que ha visto la luz en las tinieblas sabe lo que significa la luz. El que va en busca de la luz siempre encontrara su fotosíntesis.
El Camino, es la ruta hacia lo más espiritual de cada ser humano. Es el mapa de nuestra realización plena; cuando el camino es mostrado por la luz del creador se convierte en la verdad y la vida
Hubo años en que la oscuridad.
Habitaba en nidos en mi mente.
Abrazaba todo mi cuerpo.
Hasta que una tarde decidí buscarte.
Tropecé con un haz de luz azul.
Intenso como el cielo desanublado.
Y pude ver tu rostro y el camino.
Mi fe despertó de su letargo.
Mi optimismo salto de alegría,
Contagiando toda palabra.
Empecé a recorrer la inclinada vía.
Disfrutando cada palmo del viaje.
Sorprendido descubrí que en el camino.
Estaba la verdad y la vida.
Al encontrarlo, me encontré yo mismo.

Amigo lector espero que los fotones que dibujan las palabras escritas en “La Luz en mi Camino”. Alumbren tus pensamientos y abran las puertas de tu corazón. Para que puedas encontrar la luz, y el camino. Al encontrarlas, te habrás encontrado contigo mismo. Abre ese corazón a la luz antes que el Dr. lo haga por ti….
José G. Rivas

lunes, 6 de noviembre de 2017

LA PACIENCIA



 
“Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios; y a la paciencia de Cristo.” (2 Tesalonicenses 3:5)

        La paciencia, probablemente sea una de las virtudes más olvidada por los hombres; ya que la misma implica tener la capacidad de saber esperar.

        Dios ha diseñado un plan divino para nuestro crecimiento y desarrollo; si mantenemos nuestra fe en Dios, y confiamos en su plan divino, a través de nuestras oraciones, podemos liberar cualquier sentimiento de impaciencia y desaliento.

        En nuestro viaje por la vida, es natural que nos esforcemos por lograr nuestras mejoras y nuestro crecimiento; si buscamos a Dios, encontraremos la fortaleza para seguir adelante con paciencia y sin desespero.

        Se hace necesario, que aprendamos a llenarnos de paciencia a la hora de enfrentar las dificultades que se nos presentan en nuestro día a día. Y saber esperar por la ayuda misericordiosa de Dios, para el alivio de nuestras preocupaciones. “Mirad como proclamamos felices a los que sufrieron con paciencia. Habéis oído la paciencia de Job y sabéis el final que el Señor le dio porque el Señor es compasivo y misericordioso.” (Santiago 5:11)

        Job, fue un patriarca de conducta intachable, que vivió y disfruto de una gran prosperidad al lado de su numerosa familia. Pero, por circunstancias de la vida le sobrevino la desgracia, perdiendo todo sus bienes, sus hijos y padecer una grave enfermedad. No obstante nunca perdió su fe y mantuvo viva su fidelidad al Señor, dando prueba de una insuperable paciencia. “Y dijo: Desnudo salí del seno materno y desnudo volveré a él. Y Yahvé me lo ha dado y Yahvé me lo ha quitado. Bendito sea el nombre de Yahvé. A pesar de todo, Job no pecó ni imputó nada indigno a Dios.” (Job 1: 21-22). Al final Job, recuperó todo lo que había perdido, gracias a la misericordia de Dios. “Rogará a Dios, y le otorgará su favor, contemplará con alegría el Rostro del que devuelve al hombre su integridad.” (Job 33:26)

        La respuesta a nuestras oraciones puede producirse de manera inmediata o por lo contrario pueden tardar un tiempo en llegar; la paciencia, nos anima a mantener nuestra fe en la contestación a nuestra oración. Al tiempo que debemos confiar en que Dios siempre está a nuestro lado y dispuesto a escucharnos. De tal manera, que lo mejor sería aprovechar este momento de espera para fortalecer nuestra fe y estar en unidad con Dios. Nuestro viaje por la vida, es un viaje de fe y Dios es nuestro compañero inseparable.  “Pero si esperamos lo que no vemos, aguardamos con paciencia.” (Romanos 8:25)


lunes, 2 de octubre de 2017

La adulancia



   La adulancia, también conocida como lisonja, no es más que la alabanza de manera exagerada que se le hace a una persona con el fin de conseguir un favor o simplemente para ganarse su voluntad.
El adulador es un ser hipócrita y falso, sus alabanzas no son sinceras, simplemente persiguen un interés para su propio bien, y en ningún momento resaltar las virtudes de la otra persona; aunque muchas veces nos podemos encontrar con personas que les gustan y disfrutan de las adulancias hacia su persona.
Plutarco, historiador, biógrafo y filósofo moralista griego; sostenía que: “Muchos hombres cazan a los ignorantes con la adulancia.” Palabras muy sabias, porque la adulancia se presta para que entre en juego la manipulación del ser humano.
Por su parte el padre Alfonso Milagro, sacerdote salesiano, reseña en su obra Consignas que: “La adulancia es una moneda falsa, que tiene curso gracias a nuestra vanidad. El adulador es falso; pero nosotros le damos pie para su falsedad. ¿Quién será más culpable?”. He podido observar como algunas personas se han endiosado producto de las adulancias desmedida recibidas y que no han sido capaces de rechazarlas, porque su vanidad los supera.
La lisonja como también se le conoce a la adulancia, sirve para engañar a ingenuos que se las creen: “Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos.” (Romanos 16:18).
Pero llega un momento que al adulador no le funcionan sus lisonjas, porque simplemente son construidas bajo falsas caricias: “El hombre que lisonjea a su prójimo, red tiende delante de sus pasos.” (Proverbio 29:5).
En fin el adulador es una persona falsa, y si nos valoramos y respetamos no deberíamos aceptar sus adulancias. “Pero le lisonjeaban con su boca, y con su lengua le mentía”. (Salmo 78:36).
Es preferible reprender a un amigo, que mentirle con adulancia: “El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia que el que lisonjea con la lengua.” (Proverbio 28:23).
El buen cristiano nunca se presenta con adulación ni persiguiendo la gloria humana: “Nunca nos presentamos, bien lo sabéis, con palabras aduladoras, ni con pretextos de codicia. Dios es testigo, ni buscando gloria humana.” (1 Tesalonicenses 2:5-6).