jueves, 2 de agosto de 2012

SAN AGUSTIN DE HIPONA


Obispo de Hipona y Doctor de la iglesia, al que se reconoce como el Doctor de la gracia. Nació el 13 de noviembre del año 354, en Tagoste, África Romana. San Agustín, es hijo de Santa Mónica quien le enseño  los principios elementales de la religión católica.

San Agustín poseía una gran imaginación e inteligencia, fue un destacado estudiante de las letras y con inclinación literaria. En su juventud en muchas oportunidades se dejaba llevar por sus pasiones mundanas y por los impulsos de su sensualidad. Sin embargo, en su obra más famosa “Confesiones” referente a su autobiografía, se autocritica fuertemente esta etapa de su vida.  Y es que San Agustín fue un escritor prolífico, fueron muchas sus obras. Otras de sus obras famosas es la Trinidad, tratado producto de sus meditaciones diarias sobre el misterio de Dios. 

Su conversión al cristianismo tiene lugar en Milán, con la ayuda de San Ambrosio quien le dio la clave para interpretar el Antiguo Testamento, encontrando en sus escrituras la fuente de su fe.  También conto  con el apoyo de San Pablo, quien lo ayudo a resolver el problema de la mediación y de la gracia; pero su paso definitivo, fue su reflexión sobre el ejemplo de San Antonio. En el año 391 fue ordenado como sacerdote en Hipona, cuatro años mas tarde en el 395 fue consagrado como obispo.

San Agustín falleció el 28 de agosto del año 430, inicialmente su cuerpo es sepultado en Hipona y posteriormente trasladado a Pavía, Italia.  En fin, se puede decir que  San Agustín fue un pecador que se hizo santo y un gran colaborador de las nuevas ideas en la historia de la Iglesia Católica, siendo aclamado como Doctor de la Iglesia el 20 de septiembre de 1295 por el Papa Bonifacio XIII. Se dice que fue Beatificado en el año 1662 y Canonizado en 1931, sin embargo, no existen registros históricos que demuestren con exactitud cual fue la fecha de su beatificación y  canonización. La iglesia Católica celebra su fiesta el 28 de agosto.

“Fe es creer lo que no vemos, y la recompensa de esa fe consiste en ver lo que creemos”
San Agustín