martes, 5 de mayo de 2015

Valores Espirituales



  Los valores son aquellas acciones que ponen de manifiesto la personalidad de un individuo, tanto en el ámbito moral, afectivo, cultural y social. A su vez los valores espirituales son los principios que le permiten al hombre establecer y mantener una estrecha relación con Dios; sustentando su crecimiento interior, viviendo con dignidad y siempre con profeso amor y respeto a Dios. La práctica de los valores espirituales nos hace ser más humanos y ser un reflejo de integridad, honor y respeto por los demás. Dentro de estos valores nos podemos referir a: la fe, la caridad, la esperanza, el amor, la bondad, la humildad, la honestidad, el respeto y la tolerancia entre otros. Valores que se encuentran plasmados en las Sagradas Escrituras, tanto en libros del Antiguo Testamento como en los del Nuevo Testamento.
“Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”. (Gálatas 5:22,23)
La Fe:
Es creer en la presencia de Dios y en su poder, sirviéndonos de sustento cuando lo necesitamos. Cuando se tiene fe, nuestras ideas, palabras y acciones son edificadoras y a su vez pueden servir de inspiración a otros. Con nuestra fe podemos enriquecer día a día cada faceta de nuestras vidas. A través de ella podemos obtener la fortaleza necesaria para enfrentar las situaciones difíciles y angustiosas. Fe es inclusión, es un vehículo para unir a las personas; a la vez que ayuda a tener fe en lo demás, ya que supone que el espíritu de Cristo está también en ellos; quizás, en algunas circunstancias resulta difícil entenderlo, pero esto es fe. El mantenernos firmes en nuestra fe en Dios, podemos fortificar nuestro ánimo y llenar nuestros corazones de amor y esperanza.  
“La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de lo que no se ve”. (Hebreos 11:1).
La Caridad:
Es una de las tres virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) que ponen en alto el amor a Dios y al prójimo. Virtud a través de la cual se manifiesta el sentimiento de compasión por el dolor de otra persona, despertando el verdadero interés por ayudarlo, sin esperar recompensa alguna. La caridad nos ayuda a compartir con otros, nuestras habilidades, pensamientos, amor y abundancia. Nuestra caridad está inspirada en el amor divino de Dios y sirve de aliento a otros. Encontramos en la Biblia, la famosa “Regla de oro”:
Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas”. (Mateo 7:12)
La Esperanza:
Ligada íntimamente a la fe, puesto que se dice que la fe integra la esperanza y está a su vez supone la fe. Cuando se tiene fe, se tiene esperanza. La esperanza mueve al hombre a construir su propio bienestar en el futuro, ya sea inmediato o a largo plazo. Nuestra esperanza se alimenta de esa fuente inagotable que es Dios. Fuente que nos tranquiliza en los momentos de tribulación. De allí que Dios es nuestra esperanza.
“Que tu amor, Señor, nos acompañe, tal como lo esperamos en ti”. (Salmo 33:22)
El Amor:
Es un don divino que Dios nos ha regalado. El amor proviene de Dios, basta con reflexionar sobre la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, para entender la naturaleza del amor y hasta dónde puede llegar la capacidad de amar y experimentar tanto sufrimiento por el amor a otros, sin importar que el mismo sea recompensado. Esa es la verdadera grandeza del amor, el que se da sin pedir nada a cambio. Para que nuestras relaciones con las otras personas sean armoniosas lo que necesitamos es una gran dosis de amor, el amor no hace daño sino que por lo contrario nos enriquece. El amor de Dios está en cada uno de nosotros, lo que necesitamos es buscarlo y seguro que lo encontraremos; y así surgirá el amor por nosotros y por los demás.
“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros”.  (Juan 13:34)
La Bondad:
Es la disposición de ayudar al necesitado y la compasión hacia las personas que sufren por cualquier circunstancia. Con una actitud amable y generosa hacia los demás estamos manifestando nuestra bondad. Somos bondadosos cuando nos preocupamos por el bienestar de otras personas, cuando somos considerados y estamos dispuestos a cooperar. Una palabra de aliento es un acto de bondad, hasta en las acciones más sencillas podemos poner de manifiesto la infinita bondad de Dios.
“Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo”.  (Efesios 4:32)
La Humildad:
Es actuar en concordancia con el conocimiento pleno de nuestras limitaciones y debilidades. Es la inexistencia del orgullo y la presunción. Todos somos iguales ante los ojos de Dios, por lo que las personas presumidas se alejan de Dios con su actitud. Por su parte el orgullo pone de manifiesto la soberbia y el menosprecio hacia los demás. La práctica de la humildad fortalece la obediencia a Dios.
“Nada hagáis por ambición, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando a los demás como superiores a uno mismo, sin buscar el propio interés sino el de los demás”. (Filipenses 2:3-4)
La Honestidad:
Es actuar siempre apegado a la verdad y a la auténtica justicia. Una persona honesta se caracteriza por ser real, genuina y objetiva. Ser honesto es tener seguridad en nosotros mismos, y esa seguridad nos las da la verdad de nuestro ser. Cuando se es honesto se es honrado lo que hace inspirar credibilidad, seguridad y confianza de los demás. Una persona honesta no necesita exigir respeto, ese respeto se lo gana él mismo y aún más el aprecio y estima de los demás.
“Procurando hacer las cosas honradamente, no sólo delante del Señor sino también delante de los hombres”. (2 Corintios 8:21)
El Respeto:
Es el aprecio y reconocimiento hacia una persona o cosa. Cuando actuamos con respeto no discriminamos ni ofendemos a los demás por ser diferente a nosotros, o por pensar distinto. El respeto implica plena aceptación de la diversidad; apreciar las cualidades de los demás, y tener siempre presente que todos tenemos derecho a ser tratados con dignidad y que todos somos hijos valiosos de Dios.
“Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que Yahvé, tu Dios, te va a dar, no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás testimonios falsos contra tu prójimo”. (Éxodo 20: 12-16)
La Tolerancia:
Puede definirse como la capacidad que tenemos para saber escuchar y aceptar a los demás tal como son. De alguna manera es respetar la libertad que tienen las otras personas de pensar, actuar y por supuesto respetar sus creencias ya sean políticas, sociales o religiosas. El mundo es bendecido gracias a la diversidad de sus habitantes, de allí que tenemos personas con diferentes credos, edad, género, color de piel; pero que cada uno de ellos tiene la libertad de mostrar y exigir ser respetados sus talentos y habilidades. Son muchas las cosas que nos pueden ayudar a tener el discernimiento para ser tolerantes, a las que puedo citar: la flexibilidad, la benevolencia, la bondad, la compasión y la paciencia entre otras.
“Entonces Pedro tomó la palabra y dijo:”. (Hechos 10: 34,35)
Desde mi punto de vista, pienso que la peor crisis que estamos viviendo en nuestro país, es la pérdida de valores; nuestra sociedad está sumergida en el odio, el rencor, la desconfianza, la injusticia, la corrupción. Y lo que es más grave, ni siquiera se respeta el derecho más fundamental, el derecho a la vida. Lamentablemente mientras no rescatemos estos valores, difícilmente saldremos adelante. Quizás, deberíamos reflexionar, al llamamiento a la unidad, que encontramos en la Epístola a los Efesios:
“Os exhorto, pues, yo, prisionero por el Señor, a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vehículo de la paz”. (Efesios 4:1-3)    

Citas Bíblicas tomadas de:
Nueva Biblia de Jerusalén (1999).Desclée de Brouwer. Bilbao
El Nuevo Testamento de Nuestro Señor Jesucristo con Salmos y Proverbios. (1960). Los Gedeones Internacionales. U.S.A.