martes, 13 de enero de 2015

El Verbo Encarnado



 
                                                                                                                                                                                                            
  El Verbo encarnado se refiere al misterio de la Encarnación, en donde  conocemos que la segunda persona de la Santísima Trinidad, específicamente, el Hijo, se encarnó y se hizo hombre en las entrañas de la Virgen María.
Aunque las tres divinas personas a las que llamamos Santísima Trinidad resultan inseparables “Dios es uno y Trino” “Padre, Hijo y Espíritu Santo”; no obstante, al Padre se le atribuye la Creación del Mundo, al Hijo la Redención de nuestros pecados y al Espíritu Santo la Santificación.
Es así, que cuando iniciamos el rezo del Credo decimos: “Creo en Dios Padre, Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo….”. Allí estamos reconociendo a las tres divinas persona: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Al hablar de la encarnación del Hijo de Dios, estamos diciendo que se hizo hombre, con cuerpo y alma como cualquier cristiano. Por lo que Cristo es Dios y hombre verdadero a la vez; con dos naturaleza la divina y la humana, que al unirse forman una sola persona a quien llamamos Jesucristo. Hay que reconocer que el Verbo divino no se unió a una persona humana, sino a una naturaleza humana.
Tenemos entonces, que en el libro de San Juan, capítulo1, versículo 1; encontramos: “En el principio era el verbo, y el verbo era con Dios, y el verbo era Dios”.
Y en el libro de San Lucas, capítulo 24, versículo 39, podemos leer: “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo”. Y es que Jesucristo es hombre desde el mismo momento que se encarnó en las entrañas de la Santísima Virgen María, uniendo de esta manera su naturaleza divina con la naturaleza humana, y este es, el misterio de la Encarnación.

Imagen:   www.rosasdegregorio.com