Para sentir y vivir
plenamente en amor, como todo buen cristiano; debemos orientar nuestras vidas en
dirección al triángulo del amor, porque hay tres puntos focales en ese
triángulo: Amor a Dios, Amor al prójimo y amor a nosotros mismos. Solamente
así, lograremos vivir y disfrutar de un verdadero amor.
“Y
amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu
mente y con toda tus fuerzas”. (Marcos 12:30).
Jesucristo es el hijo de
Dios que vino de su presencia para rescatarnos de nuestros pecados. Su muerte
en la cruz fue para salvarnos; amarlo por sobre todas las cosas es lo mínimo
que podemos hacer. De tal manera que el amor viene de Dios, si queremos amar y
conocer la felicidad, amemos a Dios y el amor brotará como un manantial divino
de nuestros corazones.
“El que no ama, no ha
conocido a Dios, porque Dios es amor”.
(1
Juan 4:8)
Lo más maravilloso, es que
el amor de Dios es eterno, de allí que es nuestra fortaleza, si realmente
creemos en Dios, no podemos permitir que nada ni nadie nos impida nuestro amor
hacia Él; si por alguna circunstancias sientes que el desamor ha tocado tu corazón,
piensa que si hay alguien que siempre te amará y precisamente ese alguien es
Dios. Recuerda lo que está escrito en las Sagradas Escrituras:
“Ni
lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor
de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. (Romanos
8:39)
De tal manera que Dios
vivirá siempre en nosotros a través del amor, y es que nos ha regalado un
corazón lleno de amor, un corazón que debe estar dispuesto a dar amor de manera
incondicional y libre de prejuicios. “Dios
es amor, y el que permanece en amor, permanece en Dios y Dios en él”. (1
Juan 4:16).
Dios nunca nos abandona,
siempre está con nosotros, en nuestros momentos buenos y malos Dios siempre ha
estado con nosotros, la mejor manera de agradecerle su compañía incondicional
es a través de nuestro amor hacia él, y lo más importante procurar vivir
siempre bajo la luz de su amor. “Y
amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus
fuerzas”. (Deuteronomio 6:5).
La base de ese triángulo del
amor es el amor al prójimo y a nosotros mismos:
“Amarás
al prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos”. (Marcos
12:31).
El Amor al Prójimo, es
pensar y actuar de modo tal que pueda servir de apoyo a otros. Cada día tenemos
algo en que contribuir, lo cual nos producirá cierto regocijo al darnos cuenta
que hemos podido satisfacer una necesidad en la vida de alguna persona. Es la
acción que se emprende procurando el bien de los demás, movidos por el amor de
Dios.
Amor al prójimo, es
desplazarnos por la vida con plena libertad espiritual manteniendo con los
otros una relación de respeto, comprensión y aceptación, condiciones estas que
nos apartan del juicio y/o de la evaluación de nuestros semejante.
El respeto hacia los demás es una manera de manifestar
nuestro amor hacia ellos, pero el respeto debe empezar en nosotros mismos. Si
no somos capaces de respetarnos, mucho menos podremos respetar a los demás.
El respeto más allá de
manifestar nuestro amor por el prójimo, es la garantía de que nuestra
convivencia con los demás sea de manera armónica. Si fuésemos capaces de amar a
nuestro prójimo con la misma intensidad con las que nos amamos a nosotros
mismos, seguramente que este mundo sería distinto.
Amar al prójimo implica
aceptación de los demás, reconocer sus ideas y pensamientos. Es aceptar a las
personas tal cual como son, sin tratar de imponerle nuestra forma de pensar.
El amor al prójimo viene
del amor a Dios: “Como
el Padre me ha amado,
así también yo os he amado”. (Juan 15:9). De allí que
el amor de Dios está en cada uno de nosotros, lo único que necesitamos es
buscarlo y con toda seguridad lo encontraremos; y de esa manera surgirá el amor
tanto por nosotros como por los demás. La peor deuda que el hombre puede tener
como ser humano es la del alma y ésta implica el no amar a Dios y al prójimo
como a sí mismo.
Otra de las maneras de
demostrar nuestro amor hacia el prójimo, es cuando los tenemos presente en
nuestras oraciones, cuando dedicamos un momento para orar por ellos. “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y
que tengas salud, así como prospera
tu alma”. (3 Juan 1:2). Al orar por otros, estamos poniendo de
manifiesto el amor que sentimos hacia ellos, lo cual nos llenará de gozo al
saber que Dios estará con ellos. Al mismo tiempo que le agradecemos por
tenerlos. Y cada vez que agradecemos a Dios por contar con ellos, Dios los
bendice con el mismo amor que a su vez somos bendecidos por Él.
En cuanto al amor a
nosotros mismos, las Sagradas Escrituras no hacen referencia directa al amor
que debemos sentir hacia nosotros mismos, no obstante, encontramos que unos de
los mandatos de nuestro Señor Jesucristo, fue el de “amarás
a tu prójimo como a ti mismo” de donde se puede
deducir, que es bueno tener amor y respeto hacia nosotros mismos, siempre y
cuando sea de manera razonable y comedida. Para que no se convierta en egoísmo y
prepotencia. Sin embargo, en el Nuevo Testamento en Mateo 10:31, nos dice: “Así que, no temáis; más valéis vosotros
que muchos pajarillos” lo que podemos interpretar, como una
manera muy sutil de incentivarnos al auto respeto y nuestra autoestima.
En fin, vivir a la sombra
de este triángulo del amor, nos va ayudar a ser más amables y ser amables no es
más que otra cosa que vivir en el amor, dar y recibir amor.
Fuente:
Castro
F (2009) El Jardín del amor. Editor-autor. Caracas. Venezuela.
Castro
F (2018) El Viaje Espiritual, viajar cerca de Dios. Editor-Productor. Caracas.
Venezuela.
Excelente el Triangulo del Amor. Seguir lo que Dios nos enseña a través de sus discípulos para tener claro las formas de amar
ResponderBorrarBello ..yo amo a dios el es mi fortaleza de la mano de dios siempre,y hoy e aprendido contigo algunas dudas que tenia cuando leo la biblia ynola entendia ahora estoy clara amar a dios,amar a tu projimo y amarse uno mismo es el triangulo del amor..me encanto exelente.....tu amiga viajera
ResponderBorrarEl triángulo del amor es,según lo entiendo, amar a Dios y amar a Dios es tener fe, amar al prójimo es tener respeto y consideración a los demás y amarnos a nosotros mismos es tener fe, respetar y considerar.
ResponderBorrarEs que si amamos a Dios y a nuestro prójimo entonces nos amamos a nosotros mismos, y eso es base para nuestros valores y principios.
Excelente artículo.
Cariños Fer.
Ede