El viernes Santo, es
propicio, para reflexionar sobre las últimas palabras que más que palabras fueron
frases, que pronunció Nuestro Señor Jesucristo, antes de morir crucificado y
que la Iglesia Católica las reconoce como “Las
Siete Palabras” las cuales son un reflejo del sufrimiento que padeció el
Hijo de Dios en la cruz, para la salvación de nuestras almas.
“Porque tanto amó Dios al
mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que en él cree, no
perezca, sino tenga vida eterna”. (Juan 3:16)
Siendo así, la mayor
prueba de amor hacia la humanidad, que nos ha dado Dios, la vida de su hijo
para la salvación nuestra.
Revisemos ahora esas siete
palabras, las cuales podemos encontrar en la Nueva Biblia de Jerusalén, en libros tales
como: Lucas, Juan y Mateo.
Primera
Palabra: “Padre,
perdónales porque no saben lo que hacen”
“Jesús decía: Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre si sus vestidos, echando
suertes”. (Lucas
23:34)
Segunda
Palabra: “Yo
te aseguro: Hoy estarás conmigo en el Paraíso”
“Jesús le dijo: Te aseguro
que hoy estarás conmigo en el Paraíso”. (Lucas 23:43)
Tercera
Palabra: “Mujer;
he ahí tu hijo. He ahí tu madre”
“Jesús viendo a su madre y
junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: Mujer, ahí tienes a
tu hijo. Luego dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora
el discípulo la acogió en su casa”. (Juan 19:26,27)
Cuarta
Palabra: Dios mío, Dios mío. ¿Por qué me has abandonado?”
“Y alrededor de la hora nona,
clamó con fuerte voz Jesús ¡Elí, El!, ¡lemá Sabactani!, esto es: ¡Dios mío,
Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?”. (Mateo 27:46)
Quinta
Palabra: “Tengo
sed”
“Después de esto, sabiendo Jesús
que ya todo estaba cumplido, para que se
cumpliera la Escritura dice: Tengo sed”. (Juan
19:28)
Sexta
Palabra: “Todo
está consumado”
“Cuando tomó Jesús el
vinagre, dijo: Todo está cumplido. E inclinando la cabeza, entregó el
espíritu”. (Juan 19:30)
Séptima
Palabra: “Padre,
en tus manos encomiendo mi espíritu”
“Y Jesús, dando un fuerte
grito, dijo: Padre, en tus manos pongo mi espíritu. Y dicho esto, expiró”. (Lucas
23:46)
Y estas fueron las últimas
palabras de Nuestro Señor Jesucristo en la cruz, donde entregó su vida por la
nuestra. Y vale la pena preguntarse:
¿Cuáles han sido nuestras acciones, para
recompensar tanto amor?
¿Merecemos tanto
sufrimiento y dolor, por parte de Jesús?
¿Qué puedo hacer para
agradar al Señor?
Sin duda alguna tendríamos
que empezar “amándonos unos a los otros,
como Dios nos amó”.
“Queridos, amémonos unos a
otros, porque el amor es de Dios, Todo aquel que ama, ha nacido de Dios y
conoce a Dios”. (1
Juan 4:7)
Practicar esta máxima
evangélica, implica manejar, entre otras cosas: el respeto, el perdón, la
empatía, la caridad, la humildad y la justicia.
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