Estando reunido con un
pequeño grupo de amigos, digamos que en una cena muy intima, ofrecida y
preparada de manera exquisita por la orfebre Flor Maritza Areinamo, les comente
que estaba viviendo una situación que me generaba mucha tensión y estrés. A lo
que una de ellas, específicamente Violeta Areinamo, seguidora fiel de este blog
y madrina junto a Franklin Mendoza, de mi reciente obra “Novena en Honor al Cristo del Buen
Viaje de
Pampatar; me sugirió poner en practica mi capacidad de
tolerancia y de esa manera sobrellevar la situación. Y efectivamente gracias a
esa sugerencia pude darme cuenta que mi error, básicamente se centraba en la
intolerancia.
La tolerancia es la
capacidad que debemos tener para saber escuchar y aceptar a los demás tal como
son, es respetar la libertad de las otras personas, lo que conlleva al respeto
en su forma de pensar, de actuar; así como sus ideas y creencias ya sean
sociales, políticas o religiosas. En otras palabras, no es mas que la
aceptación de la diversidad, el mundo es bendecido gracias a la diversidad de
sus habitantes, por lo que tenemos personas de diferentes credos, edad, género,
color de piel y cada una de esas personas ponen de manifiesto diferentes
talentos y habilidades. Debemos dar gracias a Dios por la diversidad en el
mundo, por nuestra propia individualidad y por la individualidad de los demás.
Son muchas las cosas que
nos pueden ayudar a tener el discernimiento para ser tolerantes, a los que
puedo citar: la flexibilidad, la benevolencia, la bondad, la compasión, la
paciencia, entre otras.
Cuando se es flexible se
puede ser tierno, adaptable, centrado y capaz de aceptar que nadie es dueño de
la verdad absoluta.
La benevolencia nos ayuda
a minimizar esa frustración que a veces sentimos cuando reaccionamos de una
manera inadecuada, a pesar que sabemos que teníamos la habilidad para actuar de
una manera distinta. Es importante ser benevolente con nosotros mismos y con
los demás, lo que a su vez nos exige tratar a todo el mundo con bondad y
compasión.
Vale la pena reflexionar
sobre lo que sentimos cuando los demás no son lo suficientemente bondadosos con
nosotros o cuando pensamos que parece que nadie comprende lo que tratamos de
expresar; solamente así entenderíamos la necesidad de ser bondadosos y de
escuchar las ideas de los otros y de esa manera poder entenderlos.
La compasión es una manera
de afecto, claro reflejo del amor de Dios. El expresar compasión nos permite eliminar
ese deseo de tener el control total de las cosas; a ver las circunstancias que
nos rodean con comprensión y sensibilidad, nos enseña a mirar a las otras
personas con benignidad.
La paciencia nos ayuda a
mantenernos calmados y serenos, a no desperdiciar nuestras energías tratando de
controlar a los demás. Cuando nuestra paciencia la basamos en la comprensión
espiritual, entonces vamos a saber en que momento debemos hablar y cuando
callarnos, cuando actuar y cuando dejar que los demás actúen.
En fin, gracias Violeta,
por ayudarme a retomar en mi vida diaria, el respeto y la aceptación a la
diversidad en todas las personas y a ser receptivo a sus particularidades,
tradiciones, costumbres, pensamientos y discernimientos. Todo ello en
concordancia con la filosofía de vida que vengo procurándome en estos últimos
años, donde me esfuerzo en que mis palabras y acciones sean un fiel reflejo de
paz, armonía y sobre toda las cosas del amor de Dios en mi.
La tolerancia es una de las virtudes mas valiosas porque nos cuesta obtenerla, pero si se logra. gracias por practicar las recomendaciones yo también como tu estoy en el camino.
ResponderBorrarVioleta