viernes, 2 de agosto de 2019

EL TRIÁNGULO DEL AMOR


 
Para sentir y vivir plenamente en amor, como todo buen cristiano; debemos orientar nuestras vidas en dirección al triángulo del amor, porque hay tres puntos focales en ese triángulo: Amor a Dios, Amor al prójimo y amor a nosotros mismos. Solamente así, lograremos vivir y disfrutar de un verdadero amor.
“Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con toda tus fuerzas”. (Marcos 12:30).
Jesucristo es el hijo de Dios que vino de su presencia para rescatarnos de nuestros pecados. Su muerte en la cruz fue para salvarnos; amarlo por sobre todas las cosas es lo mínimo que podemos hacer. De tal manera que el amor viene de Dios, si queremos amar y conocer la felicidad, amemos a Dios y el amor brotará como un manantial divino de nuestros corazones.
“El que no ama, no ha conocido a Dios, porque Dios es amor”.
(1 Juan 4:8)

Lo más maravilloso, es que el amor de Dios es eterno, de allí que es nuestra fortaleza, si realmente creemos en Dios, no podemos permitir que nada ni nadie nos impida nuestro amor hacia Él; si por alguna circunstancias sientes que el desamor ha tocado tu corazón, piensa que si hay alguien que siempre te amará y precisamente ese alguien es Dios. Recuerda lo que está escrito en las Sagradas Escrituras:
“Ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. (Romanos 8:39)
De tal manera que Dios vivirá siempre en nosotros a través del amor, y es que nos ha regalado un corazón lleno de amor, un corazón que debe estar dispuesto a dar amor de manera incondicional y libre de prejuicios. “Dios es amor, y el que permanece en amor, permanece en Dios y Dios en él”. (1 Juan 4:16).
Dios nunca nos abandona, siempre está con nosotros, en nuestros momentos buenos y malos Dios siempre ha estado con nosotros, la mejor manera de agradecerle su compañía incondicional es a través de nuestro amor hacia él, y lo más importante procurar vivir siempre bajo la luz de su amor. “Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”. (Deuteronomio 6:5).
La base de ese triángulo del amor es el amor al prójimo y a nosotros mismos:
“Amarás al prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos”. (Marcos 12:31).
El Amor al Prójimo, es pensar y actuar de modo tal que pueda servir de apoyo a otros. Cada día tenemos algo en que contribuir, lo cual nos producirá cierto regocijo al darnos cuenta que hemos podido satisfacer una necesidad en la vida de alguna persona. Es la acción que se emprende procurando el bien de los demás, movidos por el amor de Dios.
Amor al prójimo, es desplazarnos por la vida con plena libertad espiritual manteniendo con los otros una relación de respeto, comprensión y aceptación, condiciones estas que nos apartan del juicio y/o de la evaluación de nuestros semejante.
        El respeto hacia los demás es una manera de manifestar nuestro amor hacia ellos, pero el respeto debe empezar en nosotros mismos. Si no somos capaces de respetarnos, mucho menos podremos respetar a los demás.
El respeto más allá de manifestar nuestro amor por el prójimo, es la garantía de que nuestra convivencia con los demás sea de manera armónica. Si fuésemos capaces de amar a nuestro prójimo con la misma intensidad con las que nos amamos a nosotros mismos, seguramente que este mundo sería distinto.
Amar al prójimo implica aceptación de los demás, reconocer sus ideas y pensamientos. Es aceptar a las personas tal cual como son, sin tratar de imponerle nuestra forma de pensar.
El amor al prójimo viene del amor a Dios: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado”. (Juan 15:9). De allí que el amor de Dios está en cada uno de nosotros, lo único que necesitamos es buscarlo y con toda seguridad lo encontraremos; y de esa manera surgirá el amor tanto por nosotros como por los demás. La peor deuda que el hombre puede tener como ser humano es la del alma y ésta implica el no amar a Dios y al prójimo como a sí mismo.
Otra de las maneras de demostrar nuestro amor hacia el prójimo, es cuando los tenemos presente en nuestras oraciones, cuando dedicamos un momento para orar por ellos. “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”. (3 Juan 1:2). Al orar por otros, estamos poniendo de manifiesto el amor que sentimos hacia ellos, lo cual nos llenará de gozo al saber que Dios estará con ellos. Al mismo tiempo que le agradecemos por tenerlos. Y cada vez que agradecemos a Dios por contar con ellos, Dios los bendice con el mismo amor que a su vez somos bendecidos por Él.
En cuanto al amor a nosotros mismos, las Sagradas Escrituras no hacen referencia directa al amor que debemos sentir hacia nosotros mismos, no obstante, encontramos que unos de los mandatos de nuestro Señor Jesucristo, fue el de “amarás a tu prójimo como a ti mismo” de donde se puede deducir, que es bueno tener amor y respeto hacia nosotros mismos, siempre y cuando sea de manera razonable y comedida. Para que no se convierta en egoísmo y prepotencia. Sin embargo, en el Nuevo Testamento en Mateo 10:31, nos dice: “Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos” lo que podemos interpretar, como una manera muy sutil de incentivarnos al auto respeto y nuestra autoestima.
En fin, vivir a la sombra de este triángulo del amor, nos va ayudar a ser más amables y ser amables no es más que otra cosa que vivir en el amor, dar y recibir amor.

Fuente:
Castro F (2009) El Jardín del amor. Editor-autor. Caracas. Venezuela.
Castro F (2018) El Viaje Espiritual, viajar cerca de Dios. Editor-Productor. Caracas. Venezuela.