Una persona avara se caracteriza por
ser un egoísta en potencia, que se ama excesivamente y que actúa de acuerdo a
sus propios intereses y sus conveniencias, sin importarle para nada los
intereses de los demás. Y cuando lo ayuda, es pensando en su propio beneficio.
Para Budasinand Vivek: “La avaricia espiritual está llena de
súper Ego, llena de engaño, se convierte en una pseudo Espiritualidad.”
De
tal manera que, el avaro es una persona que tiene una excesiva valoración de sí
mismo. Y desde el punto de vista espiritual puede llegar a considerarse
distinto a los demás y lo más grave a Dios.
Dentro
del ámbito de la ciencia de la Espiritualidad, nuestro verdadero
estado de existencia es la identificación con el Alma y vivir con los principios
de Dios en nuestro interior.
Para la Iglesia Católica la avaricia espiritual, es una
inclinación o deseo desordenado de placeres.
Veamos,
como a través de la Biblia se trata lo referente a la avaricia.
La
avaricia puede hacer que una persona caiga en tentaciones que pueden conducirlo
a su perdición:
“Los que quieren enriquecerse caen en
la tentación en el lazo y en muchas codicias insensatas y perniciosas que
hunden a los hombres en la ruina y en la perdición.” (1
Timoteo 6:9)
Es
así como el hombre por su avaricia arruina su vida:
“Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar
el mundo entero si arruina su vida?” (Marcos 8:36)
De
tal manera que ese afán de tener todo para nosotros, cada día querer más y sin
la mínima intención de compartirla, nos conduce a nuestra perdición
volviéndonos personas altamente materialistas. Y está escrito, al final de
nuestras vidas no nos llevamos nada, todo ese afán por querer todo para uno, no
nos sirve para nada:
“No te afanes por enriquecerte, deja
de preocuparte. Apartas tu mirada y no queda nada, pues echas alas como el
águila y vuela hasta el cielo.” (Proverbios 23:4-5)
Porque
así como venimos a este mundo, del mismo modo regresamos:
“Porque nada hemos traído a este
mundo, y sin duda nada podremos sacar.” (1 Timoteo 6:7)
En
consecuencia acaparar todo para ti y tener una gran fortuna producto de tu
avaricia no te hace inmortal, porque simplemente, eso no te da garantía de
vida:
“Mirad y guardaos de toda codicia,
porque aunque alguien posea abundantes riquezas, estas no le garantizan la
vida.” (Lucas 12:15)
No
obstante, ser rico no es malo, mientras esa riqueza se obtenga honradamente,
sin avaricia y sin mezquindad, porque:
“Riqueza apresurada disminuye, quien
reúne poco a poco prospera.” (Proverbio 13:11)
Y
sobre todo en la misma medida que recibimos, debemos compartirla:
“Dad o se os dará; una medida buena,
apreciada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque
con la medida con que midáis se os medirá.” (Lucas 6:38)
Muchas
veces nos encontramos que esa avaricia desmedida y desleal de algunas personas,
las conducen al pecado, llevándolos a cometer ciertos delitos, sobornos,
traiciones y hasta estafas. Quedando mal
vistos ante los ojos de Dios y dejando a un lado su crecimiento espiritual.
“No hagáis tesoros en la tierra, donde
la polilla y el orín corrompen. Y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos
tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y en donde
ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esta vuestro tesoro, allí estará
también vuestro corazón.” (Mateo 6: 19-21)
En fin procurando y acumulando las cosas que son del agrado
de Dios, nos puede garantizar alcanzar nuestra plena felicidad.
“Sean vuestras
costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: no
te desampararé ni te dejaré.” (Hebreos 13:5)
Una de las maneras que tenemos para combatir la avaricia
espiritual, es a través de nuestra generosidad para con nosotros y para con
nuestros semejantes. Compartir con otros, nuestras habilidades, pensamientos,
amor y abundancia.
Fuentes consultadas:
Vivek,
B (2014). El libro de las 7 pasiones del alma [Libro en línea]. Consultado el
13 de febrero de 2016 en: https://books.google.co.ve/books?id
Imagen: blog Católico
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