Al titular el presente artículo “Las madrinas”, me
estoy refiriendo a mis grandes amigas Edelmira Cabrera y Carina Heeger, quienes
me hicieron el honor de ser las madrinas, de mi más reciente obra “Luz en mi
camino”; la cual fue bautizada y presentada en la ciudad de Madrid, el pasado
25 de noviembre.
Además ellas se encargaron de escribir el prólogo y la
contraportada del libro. Que hoy quiero compartir con ustedes:
Prólogo
En 1989 conocí a Fernando. A partir de ese momento y
sin mayores relaciones entre nosotros mostró fuertes valores de solidaridad y
lealtad. Hoy, veintiocho años más tarde,
ni nuestras discrepancias, tiempo ni distancias han podido romper esos lazos de
amistad y respeto que día a día se siguen consolidando.
He podido ver sus primeras prácticas de escritura,
desarrolló una guía metodológica para realizar trabajos de investigación y
tesis de grado, libro presentado en dos ediciones, cuando ejercía
profesionalmente. ¿Quién iba a imaginar que este académico, una vez jubilado, aprovecharía
su experiencia como escritor para dedicarse al estudio hagiográfico? Ha forjado
un trabajo de cinco obras de estudios espirituales, en diferentes ediciones.
Por si fuera poco, mensualmente nos regala, a través de su blog personal, un
artículo de reflexión que nos invita a interactuar y plasmar nuestras
opiniones.
En esta oportunidad, nos ofrece un trabajo también
espiritual, pero más personal y propio, que evidencia una práctica con la vida
celestial y la luz en su camino. Por sus estudios diarios de la palabra de
Dios, sus actividades como maestro de Reiki para ayudar en la sanación mediante
la imposición de mano y por su constante interés en crecer y cultivarse
espiritualmente, considero que esta obra aumenta la credibilidad de sus
palabras. Se esmera en aprender y compartir su crecimiento. Su esfuerzo y
dedicación se encuentran claramente reflejados en este hermoso trabajo.
Edelmira Cabrera
Contraportada
Y dijo Jesús…
“Yo Soy la luz del
mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la
vida” (Juan 8, 12-20)
Pero, ¿Cómo recibir
la luz?....
Fernando nos regala
un pedacito de luz.
Producto de su
estudio y crecimiento interno, nos ofrece un compendio de reflexiones sencillas
que nos retan a reconstruir nuestro mundo interior y a nosotros mismos.
Reflexiones, que nos
orientan a salir de la oscuridad espiritual para entrar en la luz de la verdad
y llenarnos de amor, gozo y bondad.
Es un libro que
invita a la meditación diaria y está dirigido a aquellas personas cuyo espíritu
esté dispuesto y deseoso de cambiar; aligerando cargas emocionales y
alimentando el alma.
Fernando Castro
Márquez, profesor jubilado y autor de publicaciones orientadas al crecimiento
espiritual a través de la oración y el amor.
Carina Heeger
Presentación
Correspondió a mi amiga
Leylanis Gamboa hacer la presentación del libro, presentación que igualmente
les comparto:
En Luz en mi Camino, su autor
ofrece un conjunto de reflexiones o directrices sobre cómo emprender la senda
de la vida y asumirla con plenitud, a partir del autor reconocimiento de
nuestra esencia lumínica como creaciones de Dios y del papel activo que hemos
de jugar no sólo en nuestro propio ejercicio de vivir y evolución espiritual
sino como apoyo en la senda de nuestros semejantes. Así, partiendo de una
filosofía particular de vida, que nace de su propia experiencia vital y de sus
lecturas diarias de la Biblia, el autor pone a la disposición del lector una
serie de reflexiones o pequeñas máximas, las que le han servido a sí mismo para
asumir plenamente la vida y fomentar su desarrollo espiritual, con la idea de
que puedan ser de utilidad para recorrer su propio camino a todo aquel que se
abra a ellas.
Esta otra en su sencillez tiene el inmenso valor y grandeza
de mostrarnos que, como creaciones de Dios que somos y, por lo tanto, seres de
luz, nuestro rol, tanto en nuestra propia vida como en toda la realidad
circundante, de la que forman parte esencial el resto de seres humanos, ha de
ser activo y no pasivo, crítico y reflexivo, rememorando constantemente nuestra
naturaleza lumínica y divina, teniendo siempre presente que, independientemente
de las circunstancias externas, la luz de Dios siempre está ahí para iluminar
cualquier oscuridad temporal y yace en nuestro propio ser para envolvernos e
irradiarnos siempre que lo necesitemos o permitamos. Pero, como hijos de Dios, no debemos permitir
que esa luz se quede encerrada en nosotros; estamos obligados a irradiar
nuestra luz, a dejar que inunde todo nuestro entorno circundante. La fuente de
nuestro ser, que se nutre de esa luz prístina, no puede extinguirse o agotarse,
pero sólo puede alcanzar su máxima plenitud en nuestra interacción con el mundo
circundante, con el que formamos una unidad.
Se necesita mucha valentía, grandeza de alma, vocación de
servicio y amor para vivir con esa conciencia, para convertirla en propósito y
directriz de vida e, indudablemente, Fernando la tiene. Todos los que hemos
tenido el honor de conocerlo y de compartir su amistad, no podemos dejar de rememorar
con esta obra la hermosa, profunda y sencilla súplica del devoto al que San
Francisco de Asís confiere voz en su ruego vital por convertirse en instrumento
de la paz Dios:
“Señor, conviérteme en un instrumento de tu
paz.
Donde haya odio, permíteme
sembrar amor;
donde haya herida, perdón;
donde haya duda, fe;
donde haya desesperación,
esperanza;
donde haya oscuridad, luz;
y donde haya tristeza, dicha.
Oh, divino maestro, otórgame
no tanto buscar el consuelo,
como consolar;
ser comprendido como comprender;
ser amado como amar;
porque cuando damos recibimos;
cuando perdonamos somos
perdonados;
y cuando morimos nacemos a la
luz eterna.”
Oración de San Francisco de
Asís
Ciertamente, esas palabras se
llenan de actualidad con las reflexiones o pequeñas máximas de vida que nos
ofrece Luz en mi Camino.
Leylanis Gamboa