Cuenta la historia, que
por el año 1580 una anciana indígena se dedicaba a lavar ropa en el río Buga, con cuyo oficio
estaba ahorrando para comprarse una imagen del Santo Cristo; cuando logró
reunir el dinero (70 reales) y se dirigía a llevárselo al párroco del caserío
para que le consiguiera la imagen deseada; se cruza en su camino un padre de
familia sollozando porque sería encarcelado por una deuda pendiente (70
reales); conmovida ante la situación, la anciana decide entregarle los 70
reales al hombre y posponer la compra de la imagen del Santo Cristo.
A los pocos días, estando
la indígena lavando ropa como de costumbre en el río, una ola puso delante de
ella un pequeño Crucifijo de madera, lo cual la lleno de gozo, llevándoselo
para su humilde choza y en donde preparó un pequeño altar para colocar tan
preciado crucifijo. Con el transcurrir del tiempo el mismo empezó a aumentar de
tamaño, lo cual conmovió a los pobladores quienes se acercaban a tocar el
crucifijo, y de tanto tocarlo lo fueron deformando, al punto, que por mandato
de un visitador de Popayán el crucifijo fue quemado.
Pero un nuevo
acontecimiento sorprende a los pobladores, y es que la imagen del crucifijo, al
ser echado al fuego, empezó a sudar copiosamente durante dos días; el sudor
resultó ser sanador, milagro que pudo ser comprobado. Luego de ese sudor, la
sagrada imagen se volvió más hermosa. Este milagro hizo que la gente empezara a
sentir gran devoción a esta santa imagen, considerándola como milagrosa.
Así pues, la humilde choza de la indiecita lavandera se
convirtió en un sitio de oración y peregrinación. Debido a los muchos milagros
que siguieron registrándose, la gente le dio por nombre a esta santa imagen “El Señor de los Milagros” nombre con el cual se le conoce desde
hace varios siglos.
Oración
al Señor de los Milagros
¡Señor de los Milagros! Te doy gracias porque a una
indiecita, en los comienzos de nuestra historia latinoamericana, la hiciste
instrumento de tus maravillas. Aquella mujer nos recordó que más importaba la
libertad de un hombre que la posesión de una imagen. Suscita en mí el recuerdo
de esta lección evangélica, siempre que me postre ante Ti, Señor de los Milagros,
para pedirte un favor o agradecerte un beneficio.
Acrecienta mi fe en tu presencia que se manifiesta de
diversos modos, ya te adore en la Eucaristía, ya te considere en tu Evangelio,
o cuando me postre ante tu Cruz, o te vea en mis hermanos, especialmente en los
que más sufren y en los que más luchan por el logro de sus aspiraciones hacia
una vida más digna del hombre.
Bendíceme, misericordioso
e inspírame deseos sinceros de una vida más cristiana y más entregada al
servicio de mis hermanos. Amén
Fuentes:
-Julián (obispo de Buga). Señor de los Milagros. Colombia: pp. Redentoristas
-Novena al Señor de los Milagros
Imagen:
www.ecured.cu
gracias fernando por compartir esta linda historia del Señor de los Milagros y su oracion,me gusto mucho,,,,,,,,tu amiga viajera
ResponderBorrarCristo esta con todos y dentro de cada uno, lo mas significativo es identificarlo. Las innumerables manifestaciones que a diario nos da son muestra de ello. Sin embargo
ResponderBorrarla ceguera que tenemos, hace preciso expresiones como la que tu documentas tan maravillosamente.
Violeta