El
Espíritu Santo, también llamado Espíritu de Dios, Espíritu de verdad; es una
expresión bíblica mediante la cual se describe una realidad espiritual suprema;
en muchos paisajes de la Biblia se hace referencia a esta realidad. La doctrina
del Cristianismo Católico reconoce la divinidad del Espíritu Santo, manteniendo
la unidad del principio divino. El
día de Pentecostés, la iglesia Católica celebra la venida del Espíritu Santo,
la cual tiene su origen en una antigua tradición del pueblo de Israel,
denominada “Fiestas de las Semanas” obedeciendo tal denominación al hecho que se
celebra siete semanas siguientes a la primera ofrenda de la cebada y que
posteriormente incluyó el recuerdo de la llegada al Sinaí. La
devoción al Espíritu Santo es una de las más grandes e importantes entre todas
las que puede practicar un cristiano, y eso se debe a que el Espíritu Santo es
Dios, es el santificador; el que nos alumbra, guía, fortalece y vivifica.
Son
siete los dones que se le atribuyen al Espíritu Santo: Temor a Dios, Piedad,
Fortaleza, Conocimiento, Entendimiento, Consejo y Sabiduría.
Temor
a Dios: Es un temor que se eleva al sentimiento de
respeto y obediencia a Dios. Lo que hace que nuestro mayor temor en esta vida
sea el de ofender a Dios. Es así, como debemos pedirle al Señor Jesucristo que
nos conceda el Espíritu de Temor a Dios para llenarnos de reverencia hacia Él y
nos aparte de las cosas que puedan causarle disgusto.
Piedad:
El
don de Piedad despierta en nuestros corazones el amor a Dios. También nos
estimula a amar y respetar a las otras personas. Al ser piadosos, la religión
no es una obligación, sino todo lo contrario un verdadero servicio dulce y
amable.
Fortaleza:
Este
don nos permite fortalecer nuestra alma ante el miedo natural, a la vez que a
desarrollar la capacidad de aguante y tolerancia ante las adversidades de la
vida. Nos ayuda a realizar arduas tareas, enfrentarnos a situaciones de peligro
y a soportar sin quejarnos, las molestias de cualquier tribulación. De tal
manera que tenemos que pedirle a Dios que nos llene de ese Espíritu de
Fortaleza para poder llevar nuestra cruz con fuerza y coraje.
Conocimiento:
Aprendemos
a través de este don a darle el verdadero valor a las cosas, producto de
nuestra relación con Dios. Nos permite conocer el cuidado amoroso de nuestro
Padre Celestial ante las adversidades y a glorificarlo en cada acontecimiento
de la vida. Dios nos ilumina para saber darle prioridad a las cosas. En fin
este don nos ayuda a conocer a Dios pero también a conocernos a nosotros
mismos. Y a reconocer a Dios como nuestro fiel amigo sobre todas las cosas.
Entendimiento:
La fe nos ayuda a entender el significado de las verdades de nuestra religión;
mientras que el entendimiento nos enseña a aceptarlas y apreciarlas;
permitiéndonos caminar los senderos de la vida siendo dignos de Dios, poniendo
de manifiesto nuestra verdadera fe. El Espíritu de Entendimiento nos ayuda a
iluminar nuestra mente con la luz de la divina verdad que viene de Dios.
Consejo:
El
don del Consejo llena el alma de prudencia lo que permite tomar decisiones con
plenitud y veracidad. Este don nos ayuda a poner en práctica lo aprendido a
través del Conocimiento y el Entendimiento, al enfrentarnos en las distintas
circunstancias difíciles en nuestro día a día. El Consejo no es más que el
sentido común hecho realidad. Si algo tenemos que agradecer a Dios, es que nos
dote del Espíritu del Consejo para saber elegir el camino más seguro para
llegar a él.
Sabiduría:
Es
el más perfecto de los dones, nos permite fortalecer nuestra fe, la esperanza y
la caridad. A despreciar las cosas perecederas de este mundo y aferrarnos solo
a las cosas que son eternas. La Sabiduría sirve para iluminar nuestra mente
para saber discernir y apreciar las cosas de Dios y a sentir la divina dulzura
de la cruz de Cristo, nuestro gran salvador. Recordando así, sus palabras: “Toma
tu cruz y sígueme, porque mi yugo es dulce y mi carga ligera” (Lucas 9:23) (Mateo 11:30)
Concédeme
someterme a todo lo que quieras de mí, y aceptar todo lo que permitas que me
suceda. Hazme solamente conocer y cumplir tu voluntad. Amén
Fuente: Novena al Espíritu Santo