El 3 de mayo, Pampatar, Isla de Margarita, celebra la fiesta en honor a su patrono el Cristo del Buen Viaje, primordialmente venerado por los pescadores, quienes cariñosamente lo llaman “Viejo”.
El Cristo del Buen Viaje es conocido por sus grandes milagros y por contar con una de las leyendas más populares de la Isla de Margarita.
De acuerdo a narraciones de los lugareños, el Bergantín “Santa Lucía” embarcación que transportaba desde España con destino a Santo Domingo, la imagen de Jesucristo, no pudo zarpar del puerto de Pampatar debido al mal tiempo, lo que obligó a sus tripulantes a desembarcar la imagen y dejarla en Pampatar; y así pudieron seguir su travesía. En virtud de esto las autoridades deciden que la misma fuera llevada a la iglesia, de donde nunca salió por lo que la iglesia fue bautizada como el Cristo del Buen Viaje. Cuya Ignauración data del año 1748. Diez años más tarde 1758 fue elevada a Parroquia y el 8 de agosto de 2002 fue declarada Santuario del Cristo del Buen Viaje, por el Monseñor Rafael Conde, Obispo de Margarita.
Transcurrido el tiempo, otro barco trató de trasladar la imagen, pero resultó imposible, no pudieron sacarla de la iglesia, los brazos de la cruz no pasaban por las puertas. Tal acontecimiento fue considerado como un mandato divino, por lo que el Cristo fue colocado nuevamente en el altar y allí quedó por siempre.
El 3 de septiembre de 1998, visité por primera vez el hoy Santuario del Cristo del Buen Viaje en Pampatar. Y es que en mayo de ese mismo año a través de un hermano y su esposa pude conocer a este Cristo mediante un librito titulado “Santísimo Cristo del Buen Viaje” con motivo de sus festividades 1998. Esta visita fue en agradecimiento por haberme devuelto la esperanza, después de una recaída por problemas de salud, una vez rezado su oración. Desde ese año soy devoto de este Cristo y frecuentemente visito su Santuario. El 3 de mayo de 2010, en compañía de mi hermano Oscar, mi hermana política Rhodesia y mi amigo Franklin, asistimos a la misa solemne en honor al Cristo del Buen Viaje, fue un momento muy especial y sobre todo porque percibí que los tres estamos unidos en un mismo pensamiento y deseo. Ese día nace en mi la motivación para escribir la novena al Cristo del Buen Viaje, como muestra de mi profundo agradecimiento por todas las cosas que me ha permitido vivir. Y que muy pronto publicaré.
Pero hoy quiero regalarle su oración, la cual considero como una de las oraciones más hermosas que se le hayan escrito a Cristo, al rezarla con fe, sientes esos brazos abiertos y ese pecho para consolarte en tu pena.
Oración al Cristo del Buen Viaje
¡Oh! Santísimo Cristo del “Buen Viaje” mi amparo, mi guía y mi consuelo en toda tribulación, a ti acudo para depositar en tu pecho, traspasado y abierto, todas las penas que en el mío se encierran. Apiádate de mí, Cristo adorado. Tú eres mi única esperanza en medio de las penas y angustias que me afligen el alma. Espero Señor, que así como en vida tu corazón se conmovía ante el dolor, así ahora se apiadará de mí y me consolará, compasivo, en mi aflicción. Tú tienes los oídos abiertos para escuchar las voces de quien te invoca, los pies listos para acudir en ayuda de quien te implora, tus brazos abiertos para recibir a quien acuda a ti. Recíbeme en tus brazos, escucha mi humilde súplica, y ábreme tu pecho, Oh Cristo del “Buen Viaje”, para confiarte todas las penas que atormentan el mío.
Déjame reposar como Juan en el Cenáculo, mi cabeza sobre tu corazón amoroso, para decirte en silencio la gracia que necesito de ti y la petición que quiero hacerte para mi mayor bien espiritual y temporal, suplicándote, al mismo tiempo, inflames mi corazón en tu santo amor a fin de que yo viva siempre en ti, en ti siempre me inspire y de ti nunca me aparte. Amén
Finalizar con un credo y cinco glorias, que representan las cinco llagas de Nuestro Señor Jesucristo.
El Cristo del Buen Viaje es conocido por sus grandes milagros y por contar con una de las leyendas más populares de la Isla de Margarita.
De acuerdo a narraciones de los lugareños, el Bergantín “Santa Lucía” embarcación que transportaba desde España con destino a Santo Domingo, la imagen de Jesucristo, no pudo zarpar del puerto de Pampatar debido al mal tiempo, lo que obligó a sus tripulantes a desembarcar la imagen y dejarla en Pampatar; y así pudieron seguir su travesía. En virtud de esto las autoridades deciden que la misma fuera llevada a la iglesia, de donde nunca salió por lo que la iglesia fue bautizada como el Cristo del Buen Viaje. Cuya Ignauración data del año 1748. Diez años más tarde 1758 fue elevada a Parroquia y el 8 de agosto de 2002 fue declarada Santuario del Cristo del Buen Viaje, por el Monseñor Rafael Conde, Obispo de Margarita.
Transcurrido el tiempo, otro barco trató de trasladar la imagen, pero resultó imposible, no pudieron sacarla de la iglesia, los brazos de la cruz no pasaban por las puertas. Tal acontecimiento fue considerado como un mandato divino, por lo que el Cristo fue colocado nuevamente en el altar y allí quedó por siempre.
El 3 de septiembre de 1998, visité por primera vez el hoy Santuario del Cristo del Buen Viaje en Pampatar. Y es que en mayo de ese mismo año a través de un hermano y su esposa pude conocer a este Cristo mediante un librito titulado “Santísimo Cristo del Buen Viaje” con motivo de sus festividades 1998. Esta visita fue en agradecimiento por haberme devuelto la esperanza, después de una recaída por problemas de salud, una vez rezado su oración. Desde ese año soy devoto de este Cristo y frecuentemente visito su Santuario. El 3 de mayo de 2010, en compañía de mi hermano Oscar, mi hermana política Rhodesia y mi amigo Franklin, asistimos a la misa solemne en honor al Cristo del Buen Viaje, fue un momento muy especial y sobre todo porque percibí que los tres estamos unidos en un mismo pensamiento y deseo. Ese día nace en mi la motivación para escribir la novena al Cristo del Buen Viaje, como muestra de mi profundo agradecimiento por todas las cosas que me ha permitido vivir. Y que muy pronto publicaré.
Pero hoy quiero regalarle su oración, la cual considero como una de las oraciones más hermosas que se le hayan escrito a Cristo, al rezarla con fe, sientes esos brazos abiertos y ese pecho para consolarte en tu pena.
Oración al Cristo del Buen Viaje
¡Oh! Santísimo Cristo del “Buen Viaje” mi amparo, mi guía y mi consuelo en toda tribulación, a ti acudo para depositar en tu pecho, traspasado y abierto, todas las penas que en el mío se encierran. Apiádate de mí, Cristo adorado. Tú eres mi única esperanza en medio de las penas y angustias que me afligen el alma. Espero Señor, que así como en vida tu corazón se conmovía ante el dolor, así ahora se apiadará de mí y me consolará, compasivo, en mi aflicción. Tú tienes los oídos abiertos para escuchar las voces de quien te invoca, los pies listos para acudir en ayuda de quien te implora, tus brazos abiertos para recibir a quien acuda a ti. Recíbeme en tus brazos, escucha mi humilde súplica, y ábreme tu pecho, Oh Cristo del “Buen Viaje”, para confiarte todas las penas que atormentan el mío.
Déjame reposar como Juan en el Cenáculo, mi cabeza sobre tu corazón amoroso, para decirte en silencio la gracia que necesito de ti y la petición que quiero hacerte para mi mayor bien espiritual y temporal, suplicándote, al mismo tiempo, inflames mi corazón en tu santo amor a fin de que yo viva siempre en ti, en ti siempre me inspire y de ti nunca me aparte. Amén
Finalizar con un credo y cinco glorias, que representan las cinco llagas de Nuestro Señor Jesucristo.