Félix de Cantalicio, nació en Cantalicio – Italia, el año 1513. Sus padres eran campesinos pobres pero muy piadosos. De niño Félix se dedicaba al pastoreo de ovejas y estando en el campo, trazaba una cruz en la corteza de un árbol, donde pasaba largas horas rezando ante esa cruz. Mostrando así, desde muy joven una gran piedad y deseos de ser Capuchino. A los 32 años pronunció sus votos, tres años después ingresa al convento de San Buenaventura de Roma.
Antes de entrar al convento,
Félix vivió un episodio que lo hizo pensar que iba a morir, un día estando
arando el campo, de pronto los bueyes se asustaron y se le lanzaron encima.
Sintiendo que iba a morir allí pisoteado por los bueyes, le hizo una promesa a
Dios de dedicar toda una vida más perfecta. Félix salió ileso del accidente y
al escuchar leer un libro de vidas de Santos, su deseo fue el de imitarlos en
la oración y en la penitencia y es así, como decide solicitar ser admitido en
la comunidad de padres Capuchinos.
Antes de ser admitido el
superior de la comunidad intentó disuadirle de su intención de ingresar a la
comunidad, para ello le describió fuertemente las penitencias que había que
hacer en la comunidad y la gran pobreza que allí se vivía. Ante este
planteamiento, Félix le pregunta: «Padre, ¿en mi habitación hay un crucifijo?».
A lo que el superior le responde «Sí, lo habrá», y le dice al superior: «Pues
bastará mirar a Cristo Crucificado y su ejemplo me animará a sufrir con
paciencia». Ante estas respuestas, el superior pudo comprender que este joven
amaba y meditaba la Pasión de Cristo, y procedió a admitirlo a su comunidad.
San Félix de Cantalicio, fue
tal vez, uno de los santos que alcanzó mayor popularidad en la vida de la
ciudad de Roma. Donde siendo un pobre Fray Capuchino que durante cuarenta años pedía
limosna para su convento con alegría y buen humor, donde siempre lo esperaban
los niños para escuchar sus historias. De allí su gran popularidad en la ciudad
de Roma.
Además de solicitar limosnas
para su convento, él las pedía también, con permiso del superior, con el fin de
auxiliar a otros necesitados. Socorría principalmente a los niños abandonados
en las calles de la ciudad.
La vida de San Félix de
Cantalicio es de gran pureza dedicada al servicio de Dios, llena de una sublime
sencillez, con alma transparente como el agua clara con profunda caridad, que
es la forma más pura del amor. Y quien también sabia dar vida a todos los
capuchinos que vivían con él en el convento.
Son muchas las anécdotas en
la historia de este santo, de quien se dice dormía cuatro horas al día, que
durante las tres cuaresmas de San Francisco ayunaba con pan y agua.
San Félix de Cantalicio
falleció el 18 de mayo del año 1587, a los 72 años, y presintiendo su muerte decía
“El
pobre jumento ya no caminará más”.
Luego de su fallecimiento el
pueblo romano solicitó su canonización. De allí que el papa Sixto V, que
conoció al Fray Félix, recolectó dieciocho milagros gracias a la intercesión
del Santo para su beatificación. Siendo uno de los milagros más resaltantes el
del día que fray Félix oraba en el convento ante la imagen de Nuestra Señora
con el Niño, de acuerdo al testimonio de un testigo ocular, la Virgen le cedió
el Niño al fray para que lo acariciara. Este milagro fue inmortalizado por el
gran pintor Murillo en uno de sus cuadros.
El 1° de octubre de 1625 fue
beatificado por el papa Urbano VIII y el 22 de mayo de 1712 fue canonizado por
el papa Clemente XI. Su festividad se celebra en la iglesia católica el 18 de
mayo.
Fuente:
https://www.franciscanos.org/bac/felixcant.html
https://es.wikipedia.org/wiki/F%C3%A9lix_de_Cantalicio
https://www.tesorosdelafe.com/articulo-202-san-felix-de-cantalicio
https://diocesisdeciudadguayana.org.ve/san-felix-de-cantalicio/
Bornos, A y Prim, E. (2002) Los Santos que
nos protegen. Editorial Nomos. Colombia.