miércoles, 1 de abril de 2020

LA DIVINA MISERICORDIA




Estamos viviendo tiempos de gran tribulación, angustias y temores ante la presencia de la inminente pandemia a nivel mundial del Coronavirus. Pero Dios nos ha dejado en manos de Santa María Faustina el tesoro de su Divina Misericordia para toda la humanidad.
Cuando  Dios  revela  un mensaje  a  la  humanidad,  lo hace  a  través  de  personas  humildes  y  sencillas.  Es  así como, a partir del 22 de  febrero de 1931, nuestro Señor se  le  aparece  a  Sor María  Faustina,  religiosa,  nacida  en Glogowice,  cerca  de  Lodz,  Polonia,  el  25  de  agosto  de 1905,  perteneciente  a  la  Congregación  de  Hermanas  de Nuestra Señora de la Misericordia, mejor conocidas como las  Hermanas  Magdalenas;  a  la  que  entró  cuando  tenía veinte años. Y es que María Faustina se caracterizaba por su  prudencia,  piedad,  inteligencia  y  humildad.  Y  a  todas estas  virtudes  hay  que  agregar  su  encantadora  belleza espiritual, producto de su amor al prójimo y a Dios.  
La  devoción  a  la  Divina  Misericordia  empezó  algunos años antes de  la segunda guerra mundial en pequeños círculos  particulares;  siendo  en  el  año  1933  cuando  se  hizo público por primera vez, año en que la nueva imagen de Jesús Misericordioso fue expuesto en Vilna-Ostra Brama, Polonia.  
El 10 de octubre de 1937, Santa Faustina recibió otra Revelación  del Señor,  donde  establecía  a  las  3  de  la  tarde como  la hora de  la Gran Misericordia. A esta hora, generalmente, los devotos rezan la Coronilla a la Divina Misericordia, puesta de manifiesto a Santa María Faustina en varias oportunidades, especialmente cuando se disponía a rezarla pidiendo por las Ánimas del Purgatorio o por aquellas personas que atravesaban una muerte difícil.
El rezo de la Coronilla es muy sencillo, se inicia con un Padre nuestro, un Avemaría y un credo. Luego en las perlas grandes se dice: “Padre Eterno, te ofrezco el cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tú Amadísimo Hijo Nuestro Señor Jesucristo, por nuestros pecados y los del mundo entero.” Mientras, que en las perlas pequeñas se dice: “Por su Dolorosa Pasión, ten Misericordia de nosotros y del mundo entero.” Y al final de las cinco decenas se dice tres veces: “Santo Dios, Santo Fuerte, Santo inmortal, ten Misericordia de nosotros   y del mundo entero.”
Desde el año 2000, la  Iglesia ha  instituido  la  fiesta de  la Divina Misericordia, el  domingo después de Pascua de Resurrección. Para la Iglesia Católica incluir una fiesta por motivos de apariciones sobrenaturales no es nada extraño. Revisando su historia encontramos que la fiesta de Corpus Christi fue introducida debido a las revelaciones de la Beata Juliana de Cornillon; la del Sagrado Corazón de Jesús, por las apariciones a Santa Margarita de Alcorque. Igualmente se han establecidos fiestas por apariciones de la Santísima Virgen María, tales como la fiesta del Monte Carmelo, la de Nuestra Señora de Lourdes y la del Inmaculado Corazón de María luego de las apariciones de Nuestra Señora de Fátima. 
Sor María Faustina murió, el 5 de octubre de 1938, a los  33 años de edad. La fama de la santidad de su vida crecía al igual  que  la  propagación  de  la  devoción  a  la  Divina Misericordia y a los  favores  concedidos  por  su  intercesión.
Entre  (1965 y 1967) en Cracovia, se  inicia el proceso de beatificación, el cual concluyó en diciembre de 1992, y el 18  de  abril  de  1993, día de la fiesta de la Divina Misericordia,  Juan  Pablo  II  beatificó  a  Sor María Faustina. Fue canonizada el 30 de abril de 2000, segundo domingo de Pascua, día al que la Iglesia católica denomina también Domingo de la Divina Misericordia. El Santo Padre presidió la ceremonia de canonización ante una gran multitud de peregrinos de la Divina Misericordia.
Nuestro Señor en su aparición a Santa María Faustina le dijo: ¡Hija mía!, Habla a todo el mundo acerca de mi infinita Misericordia y de ser el refugio de todas las almas.
“No me niegues, Señor, tu misericordia;
que siempre me protejan tu amor y tu verdad.”
(Salmo 40:11)

Siendo la Misericordia de Dios de gran importancia para la humanidad y especialmente, tomando en consideración los días que estamos viviendo atormentados, angustiados y con mucha incertidumbre. Los invito a elevar la siguiente plegaria a la Divina Misericordia:
ORACION
¡Oh, Dios!, cuya Misericordia es infinita y cuyos tesoros de compasión no tienen limite, míranos con tu favor y aumenta tu Misericordia dentro de nosotros, para que en nuestras grandes ansiedades no desesperemos, sino que siempre, con gran confianza, nos conformemos con Tu Santísima Voluntad, la cual es idéntica con tu Misericordia, por Nuestro Señor Jesucristo, Rey de Misericordia, quien contigo y el Espíritu Santo, manifiesta Misericordia hacia nosotros por siempre. Amén.
“Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.” (Hebreos 4:16)