Dejar fluir, no es otra
cosa que dejar ir; puede resultar a veces difícil, sobre todo cuando nos
aferramos mentalmente a un problema o a una situación determinada; y lejos de
dejar ir y soltar, lo que hacemos es revivirlo una y otra vez, generando un sentimiento
de ansiedad y angustia terrible en nuestro interior.
Cuando somos personas de
fe y creyentes, nos resulta más fácil dejar ir y dejar que la paz de Dios nos
llene de serenidad y sabiduría; y bajo ese estado nos será más fácil ver la
solución al problema. Además podemos encontrar el camino hacia una vida mas
feliz: “Me enseñarás el
camino de la vida, me hartarás de gozo en tu presencia, de dicha perpetua a tu
derecha”. (Salmos 16:11).
El dejar ir, en cierto
modo nos compromete a confiar siempre en Dios y en su poder, y a no separarnos
de su confianza.
Al dejar ir nuestras
preocupaciones nuestra mente descansa y hasta podemos sentirnos felices y
satisfechos.
En nuestra infancia
sentíamos una confianza natural en nuestros padres y nos sentíamos seguros; igualmente
ahora de adultos si estamos conscientes que somos hijos de Dios y por ende
nuestro Padre, podemos confiar en que nos preverá de todo lo necesario para
disfrutar de una vida de salud, abundancia y paz: “En
él pondré yo mi confianza. Y nuevamente: Henos aquí, a mi y a los hijos que
Dios me ha dado”. (Hebreos 2:13).
Si tenemos un problema de
salud; además de cumplir con nuestro tratamiento, es recomendable dejar ir la
preocupación y dejar que fluya a través de nosotros la vida divina que nos
llenará de energía y así poder enfrentar todo con entusiasmo y valentía.
Dejar fluir, es dejar el
pasado. No permitir que el pasado domine nuestro presente. No concentrarnos en
eventos del pasado que nos impiden vivir el hoy y el ahora plenamente. Puede
haber momentos de tu vida que tus pensamientos se vean afectados por la
negatividad, bien sea por algo que no te ha salido como tu esperabas o por la
frustración de no poder resolver cualquier situación importante de tu vida. Sin
embargo, debes aferrarte a la oración, te llenarás de energía positiva con la
confianza que eres uno con Dios y que su luz resplandecerá en ti ayudándote a
tener una visión clara, de todo lo que acontece a tu alrededor.
Dejar ir es dejar atrás
las heridas del pasado, despojarnos del odio, el rencor y la venganza; y mas
bien perdonar y bendecir al o a los causantes de esas heridas. Solo así,
podemos liberarnos de esas cargas negativas que están afectando el presente. El
perdón ayuda a sanar y revitalizar nuestras emociones.
Si nos apoyamos en la
oración podemos lograr tranquilizar nuestra mente y dejar ir las preocupaciones
del ayer y del mañana; vivir el ahora en orden perfecto y en paz. “Por nada estéis afanosos, sino sean
conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con
acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará
vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. (Filipenses
4:6-7)
Cuando afloran en nuestras
mentes, pensamientos negativos del pasado lo propio seria, que así como
desviamos la mirada cuando no queremos ver algo que nos disgusta, igualmente
podemos desviar esos pensamientos negativos hacia pensamientos positivos. Para
ello es muy importante enfocarnos en cambiar estos pensamientos lo que implica
cambiar nuestra forma de pensar, tener confianza en nosotros mismos y la
seguridad de ser capaz de lograr lo que nos proponemos.
Es recomendable el uso de
afirmaciones positivas diariamente y asumir una actitud positiva ente las
situaciones que se nos presentan.
En fin dejar fluir nos
ayuda aquietar nuestros pensamientos y
calmar nuestras emociones. Dejar ir y dejar a Dios actuar; no implica que no
hagamos nada, tenemos que llenarnos de confianza y seguridad.