domingo, 1 de marzo de 2020

Dejar fluir



Dejar fluir, no es otra cosa que dejar ir; puede resultar a veces difícil, sobre todo cuando nos aferramos mentalmente a un problema o a una situación determinada; y lejos de dejar ir y soltar, lo que hacemos es revivirlo una y otra vez, generando un sentimiento de ansiedad y angustia terrible en nuestro interior.
Cuando somos personas de fe y creyentes, nos resulta más fácil dejar ir y dejar que la paz de Dios nos llene de serenidad y sabiduría; y bajo ese estado nos será más fácil ver la solución al problema. Además podemos encontrar el camino hacia una vida mas feliz: “Me enseñarás el camino de la vida, me hartarás de gozo en tu presencia, de dicha perpetua a tu derecha”. (Salmos 16:11).
El dejar ir, en cierto modo nos compromete a confiar siempre en Dios y en su poder, y a no separarnos de su confianza.
Al dejar ir nuestras preocupaciones nuestra mente descansa y hasta podemos sentirnos felices y satisfechos.
En nuestra infancia sentíamos una confianza natural en nuestros padres y nos sentíamos seguros; igualmente ahora de adultos si estamos conscientes que somos hijos de Dios y por ende nuestro Padre, podemos confiar en que nos preverá de todo lo necesario para disfrutar de una vida de salud, abundancia y paz: “En él pondré yo mi confianza. Y nuevamente: Henos aquí, a mi y a los hijos que Dios me ha dado”. (Hebreos 2:13).
Si tenemos un problema de salud; además de cumplir con nuestro tratamiento, es recomendable dejar ir la preocupación y dejar que fluya a través de nosotros la vida divina que nos llenará de energía y así poder enfrentar todo con entusiasmo y valentía.
Dejar fluir, es dejar el pasado. No permitir que el pasado domine nuestro presente. No concentrarnos en eventos del pasado que nos impiden vivir el hoy y el ahora plenamente. Puede haber momentos de tu vida que tus pensamientos se vean afectados por la negatividad, bien sea por algo que no te ha salido como tu esperabas o por la frustración de no poder resolver cualquier situación importante de tu vida. Sin embargo, debes aferrarte a la oración, te llenarás de energía positiva con la confianza que eres uno con Dios y que su luz resplandecerá en ti ayudándote a tener una visión clara, de todo lo que acontece a tu alrededor.
Dejar ir es dejar atrás las heridas del pasado, despojarnos del odio, el rencor y la venganza; y mas bien perdonar y bendecir al o a los causantes de esas heridas. Solo así, podemos liberarnos de esas cargas negativas que están afectando el presente. El perdón ayuda a sanar y revitalizar nuestras emociones.
Si nos apoyamos en la oración podemos lograr tranquilizar nuestra mente y dejar ir las preocupaciones del ayer y del mañana; vivir el ahora en orden perfecto y en paz. “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. (Filipenses 4:6-7)

Cuando afloran en nuestras mentes, pensamientos negativos del pasado lo propio seria, que así como desviamos la mirada cuando no queremos ver algo que nos disgusta, igualmente podemos desviar esos pensamientos negativos hacia pensamientos positivos. Para ello es muy importante enfocarnos en cambiar estos pensamientos lo que implica cambiar nuestra forma de pensar, tener confianza en nosotros mismos y la seguridad de ser capaz de lograr lo que nos proponemos.
Es recomendable el uso de afirmaciones positivas diariamente y asumir una actitud positiva ente las situaciones que se nos presentan.
En fin dejar fluir nos ayuda  aquietar nuestros pensamientos y calmar nuestras emociones. Dejar ir y dejar a Dios actuar; no implica que no hagamos nada, tenemos que llenarnos de confianza y seguridad.