Según la
Biblia, Dios es la fuente de toda sabiduría. “Toda sabiduría viene del Señor, y está con él por siempre. Ante todo
fue creada la sabiduría, la inteligencia prudente desde la eternidad.” (Eclesiástico
1: 1,4).
De tal
manera, que la prudencia está íntimamente relacionada con la sabiduría. La
prudencia, no es más que la capacidad que tenemos de pensar, ante ciertos
eventos y acontecimientos antes de que sucedan. Y así, prevenir los riesgos y
peligros que puedan ocasionar, lo que amerita un cambio en nuestro
comportamiento.
Para el
catolicismo, la prudencia, significa saber discernir y poder distinguir lo
bueno y lo malo, para conducirse consecuentemente. Se dice también que la
prudencia es una virtud que hace que un individuo, actué de manera justa y
equitativa, y con suma moderación. “Hijo
mío, si recibieres mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de ti,
haciendo esto atento tu oído a la sabiduría; si inclinares tu corazón a la
prudencia." (Proverbios 2:12).
Nuestra
sabiduría no las da el Señor, porque de su boca brotan el saber y la prudencia.
(Proverbios 2:6).
Y la
prudencia, nos hace sensatos y saber cuándo debemos callar: “Por eso el hombre sensato calla en esta
hora, que es hora de infortunio.” (Amós 5:13).
La
sabiduría no es una simple virtud técnica, es considerada como uno de los dones
del Espíritu Santo, que a través de la inteligencia, nos permite juzgar y
discurrir subordinados a la razón. Siendo considerada como el más perfecto de
los dones del Espíritu Santo, puesto que es la sabiduría la que fortalece
nuestra fe, fortifica la esperanza, perfecciona la caridad y promueve la
práctica de la virtud en su más elevado grado.
La
sabiduría ilumina nuestra mente, para así poder discernir, apreciar y valorar
todas las cosas emanadas de Dios; perdiendo los gozos terrenales su sabor,
mientras que la cruz de Jesucristo, nos produce una divina dulzura, tal cual
como nos los dice el Señor: “Toma tu cruz
y sígueme, porque mi yugo es dulce y mi carga ligera.”
La mayor
riqueza que puede tener un ser humano, no es la riqueza material y económica;
la mayor riqueza es la de la sabiduría:
“Acepta mi instrucción antes
que plata, y el conocimiento ante que oro puro, pues la sabiduría vale más que
las joyas y nada valioso se le puede comparar.” (Proverbios 8:10-11).
La
sabiduría es el mejor regalo que Dios nos ha dado y la inteligencia tu mejor
compañía. Cuando se tiene sabiduría, se puede comprender que todas las cosas
que suceden tienen su razón de ser. Contrariamente que al carecer de sabiduría
se piensa que las cosas suceden por pura casualidad.