Nació en Montpellier-Francia, en el año 1295. Su nombre significa
“Fuerte como roca”. Fue un peregrino que se trasladó a la ciudad de Roma,
recorriendo Italia, dedicándose en su recorrido a curar a todos los enfermos
que habían sido contagiados por la peste de tifo. Se hizo famoso por los
favores que conseguía para pobres y enfermos.
San Roque,
perteneció a una familia adinerada. Sin embargo, al fallecer sus padres,
decidió vender todas sus propiedades heredadas, repartir el dinero entre los
más pobres y se marcha hacia Roma, como un pobre y humilde peregrino,
dedicándose a la visita de santuarios.
San Roque,
perteneció a la Orden Tercera de los Franciscanos, considerada como una rama de
esta consagración, reservada a las personas laicas que desean vivir bajo la
espiritualidad del Seráfico San Francisco de Asís. Reconocida por el papa Pio
IV en el año 1547.
Acontecía que al
estallar la peste de tifo, moría mucha gente. San Roque, se dedicó a asistir a
los enfermos más abandonados, llegando a curar a muchos a través de la Señal de
la Cruz sobre su frente, mientras que a otros los ayudaba a morir. De allí, que
cuando lo veían, le gritaban “Ahí viene el Santo”. Y es que de niño su padre
trazó en su cuerpo una Señal de la Cruz.
Pero sucedió, que
un día se contagió de la peste, por no causar molestia alguna, decidió
retirarse a un bosque solitario y junto en el lugar donde se refugiaba brotó un
aljibe cuyas aguas eran cristalinas, las cuales le sirvieron para refrescarse.
Un perro de una de las casas importantes de la ciudad, cada día tomaba un pan
de la mesa de su dueño y se dirigía al bosque a llevarle el pan a Roque. Un día
el amo siguió al perro y se encontró con Roque, se lo llevó a su casa y lo
curó.
Unas versiones
populares sostienen que fue el mismo perro quien curó a Roque, después de
lamerle varias veces la herida de su pierna, curando así al santo en el mismo
bosque.
De todas maneras,
sea cual sea la versión verdadera, lo que sí es digno de reconocer es el gesto
de amor y bondad del perro, por traerle alimentos o bien por curarlo. Quizás
sea esta, una de las razones que en varios países del mundo y especialmente en
países de América, San Roque sea considerado y venerado como patrono de los
perros.
San Roque, una vez
curado, regresa a Montpellier, pero se encontró que la ciudad estaba en guerra;
los militares lo confunden con un espía y procedieron a su encarcelamiento,
donde permaneció por cinco años prisionero injustamente. Finalmente, muere como
un santo el 16 de agosto de 1378. Posterior a su muerte es declarado Santo por
el papa Gregorio XIII en el siglo XVI. Y su festividad se celebra el 16 de
agosto.
Súplica a San Roque por las mascotas
¡San Roque
piadoso! Con la misma humildad que te caracterizó en vida. Te pedimos por la
salud de nuestras mascotas. Cúbrelas con tu poderoso manto cargado de amor.
Ayúdanos a ser responsables, justos y buenos con ellos y que aprendamos a
apreciar en su mirada esos ojos cargados de amor hacia nosotros. Protege a las
mascotas injustamente abandonadas y sálvalas del maltrato de los seres humanos
insensibles. Te lo pedimos con nuestro ferviente amor a Dios. Amén.
Nuestra mascota de nombre Bella, el pasado 20 de
agosto, sufrió un envenenamiento, tan fuerte que se temía que sobreviviera.
Acontecía que por esas cosas de la vida, en esos días le estaba rezando la
novena a San Roque. Ese día, le pedí con mucha fe que nos salvara a nuestra
mascota, mi oración fue escuchada y Bella sobrevivió al envenenamiento y su
recuperación fue más rápida de lo que se esperaba. Supe de la vida de San
Roque, porque actualmente, estoy realizando un trabajo hagiográfico sobre la
vida de algunos santos, los cuales voy a incluir en mi próxima obra
“Hagiografías y Súplicas”. Y precisamente seleccioné a San Roque, porque mi
padre era devoto de San Roque, a finales de la década de los 50 abrió una
pequeña tienda, en el anexo de nuestro hogar, ubicado en la Avenida Vidal N° 8,
de Ciudad Bolívar-Estado Bolívar-Venezuela y recuerdo que se llamaba “Almacén
San Roque” y en el aviso aparecía una imagen de San Roque acompañada de un
perrito que le ofrecía un pan. Por todo lo antes expuesto, el artículo de este
mes lo he querido dedicar a San Roque. Por salvar a nuestra mascota y en honor
a mi difunto padre Noé Simón Castro Bellizia.