La iglesia católica,
celebra la Transfiguración del Señor, el 6 de agosto y el segundo domingo de la
Cuaresma, esto debido a que tal acontecimiento se registró unos días antes de
su Pasión y Muerte, precisamente, durante la Transfiguración, la Gloria de la
Divinidad, resplandece en el rostro de Jesús en el Monte Tabor; y de alguna manera,
Jesús quiso preparar a sus Apóstoles predilectos Pedro, Santiago y Juan, para
los días que habían de venir: Su Pasión, Muerte y Resurrección.
De acuerdo a las Sagradas
Escrituras, sucede y acontece, que Jesús, anuncia la próxima venida del Reino
de Dios, cuando dijo: “pues de verdad os digo que hay
algunos, entre los aquí presentes, que no gustarían la muerte hasta que vean el
reino de Dios”. (Lucas 9:27). Unos días más tarde de
haber pronunciado estas palabras, Jesús se lleva a Pedro, Juan y Santiago hasta
el Monte Tabor, para orar; estando orando el rostro de Jesús cambió, y su ropa
se tornó de un blanco fulgurante, al tiempo que dos hombres conversaban con él,
ellos eran Moisés y Elías, que llenos de Gloria, le anunciaban que su partida
se cumpliría en Jerusalén. Los apóstoles que lo acompañaban, soñolientos,
pudieron ver su gloria y la de los hombres que habían estado su lado. Y
entonces Pedro, sin saber lo que decía, propuso a Jesús preparar tres tiendas
para descansar, una para él, otra para Moisés y la otra para Elías; y en ese
momento es cuando se forma la nube, cubriéndolos con su sombra, llenándose de
temor, y desde la nube escucharon una voz que decía: “Este
es mi Hijo, mi Elegido, escuchadle”. Dicho esto, aparece Jesús solo, los apóstoles
guardan silencio y no comentaron a nadie lo sucedido. (Lucas 9:28-36). Y he aquí la
Transfiguración de Jesús; la cual recordamos no solo días antes de la Semana
Santa, también lo hacemos en el cuarto misterio de Luz, cuando meditamos en el
rosario los Misterios Luminosos, los cuales fueron incorporados al rosario por
el Papa Juan Pablo II.
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