Hoy día, la dinámica
actual nos obliga a vivir en circunstancias y situaciones que representan
ciertos riesgos y peligros, los cuales nos atemorizan y no solo nos afecta a
nosotros sino también a los demás. Esto amerita dejar a un lado la indiferencia
y el temor, y más bien sacar a relucir nuestro valor para enfrentar tales
circunstancias y situaciones; es decir, necesitamos vivir con valentía, vivir
nuestra verdad con valentía y permanecer firmes a nuestros valores y principios
convencidos que están fundamentados en nuestra comprensión de la verdad,
tomando decisiones basadas en la razón, no en el temor y actuar pensando
siempre en lo mejor que nos pueda pasar y no aferrarnos a lo peor.
Es necesario dejar a un
lado nuestros sentimientos de temor, casi siempre alimentados por pensamientos
negativos acerca de lo peor que puede suceder y lo peor que si puede pasar, es
que estos sentimientos y pensamientos pueden afectar en gran medida nuestro
estado de salud físico, mental y emocional.
Tenemos que confiar en
Dios y comprender que nuestra valentía no solo proviene de nosotros mismos,
sino también del espíritu de Dios que vive en nosotros. Por muy retadoras que
puedan resultar las circunstancias y situaciones, al final Dios triunfará. Nuestra
fe y confianza en Dios, nos puede ayudar a vivir con valentía él nos dará el
valor para saber que no estamos solos porque él está con nosotros. Nuestra fe
nos ayudará a vivir sin temor y asumir una actitud positiva hacia lo que hemos
de esperar, sin olvidar nuestra realidad, reconociendo sus riesgos y peligros.
Tenemos que concentrar todas nuestras energías en los resultados que deseamos lo
que amerita actuar con inteligencia y no dejarnos llevar por los impulsos.
No olvidemos que como
criaturas de Dios, somos capaces de lograr grandes resultados por lo que no
permitamos que ninguna circunstancia, situación o persona a nuestro alrededor
controle lo que verdaderamente somos y esperamos.
Así, pues, la valentía es
un valor de suma importancia en nuestras vidas, nos ayuda a crecer como
personas y a vencer nuestros temores, a la vez que inspirar confianza a todos
los que te rodean, en especial a tus familiares y personas que están bajo tu
cuidado y protección. Hagamos uso del poder que Dios nos ha concedido,
recordando el siguiente versículo de la Biblia:
“Porque
no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio
propio”. (2 Timoteo 1:7)