Santa Bernardette
Soubirous nació el 7 de enero de 1844 en el pueblo de Lourdes, Francia. Su
salud era precaria, desde niña sufrió de asma. Cuando tenía 14 años, mientras
recogía leña en Massbielle a las afueras de Lourdes; acercándose a una gruta un mal viento la
sorprende y ve una nube dorada y a una Señora vestida de blanco, con sus pies
descalzos cubiertos por dos rosas doradas las cuales parecían apoyarse sobre
las ramas de un rosal, en su cintura tenía una ancha cinta azul, sus manos
juntas en posición de oración y llevaba un rosario. Las dos rezaron el rosario
y estas apariciones se repitieron 18 veces, hasta el 16 de julio de 1858. El 18
de enero de 1862 las apariciones fueron declaras auténticas.
Después de las apariciones la vida de Bernardette fue de
enfermedades y humillaciones, soportó muchos dolores, sufrió de tuberculosis,
un tumor en la rodilla, problemas en el oído. Hasta el 16 de abril de 1879
cuando muere. Treinta años más tarde su cadáver fue exhumado y para sorpresa el mismo estaba en perfecto
estado de conservación. Es así como el 12 de junio de 1925 fue beatificada y el
8 de diciembre de 1933 fue canonizada.
Hoy día Lourdes es uno de los lugares de mayor peregrinación
en el mundo, millones de personas lo visitan cada año y muchísimos enfermos han
sido sanados en sus aguas milagrosas. Sin embargo solo 69 han sido reconocidas
como milagros. El primer milagro fue el de Catalina Latapie, quien sufría de
parálisis en dos dedos de una de sus manos, a causa de un accidente. Al bañar
Catalina su mano en el agua del manantial pudo mover sus dedos como si nunca
hubiera padecido de parálisis. El último milagro (69) fue anunciado por el
doctor Alessandro De Franciscis, presidente del Departamento Médico de Lourdes,
una vez que la Diócesis de Pavia reconociera como milagrosa la sanación de la
Señora Danila Castelli, quien sufría de hipertensión.
El 11 de
febrero, fecha de la primera aparición, la Iglesia católica celebra la fiesta
en honor a Nuestra Señora de Lourdes.
El
23 de agosto de 2010, llegué a Lourdes, Francia, con el gran anhelo de conocer
el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes, su gruta y asistir a la procesión de
las velas, un deseo de vida que siempre había tenido. Este día será uno de esos
días que nunca podré olvidar. Entre tantas emociones vividas, pude finalizar la
novena a Lourdes que había iniciado nueve días atrás en Caracas. Pero el
momento de mayor emotividad para mí fue el de asistir a la procesión de las
antorchas; este momento es indescriptible, hay que estar allí y vivirlo para
saber lo que se siente. Cortas se me quedan las palabras al querer narrar ese
momento en donde se combinan, de manera perfecta y armónica, lo sublime con lo espiritual, para hacer un
verdadero acto de fe cristiana. En donde el odio no tiene cabida, pues lo que
domina es el amor y la paz entre las miles de personas de varias partes del
mundo allí reunidas. El 27 de agosto de
2013, visito por segunda vez el Santuario de Lourdes y nuevamente viví la
maravillosa experiencia de mi primera visita, aunque esta vez con mayor carga
espiritual puesto que participé de manera más activa en la procesión de las
velas, sintiéndome profundamente reconfortado por la noche allí vivida. Mi
emoción creció al enterarme que precisamente hacia un mes (26 de julio de 2013)
que se había reconocido el milagro 69 el más reciente de los milagros.