domingo, 1 de agosto de 2010

EL PERDÓN

El perdón es un acto de amor, a través del cual liberamos cualquier sentimiento de rencor, odio o resentimiento hacia otro u otras personas que nos han ofendido o que han cometido una acción injusta en contra de uno.
Así pues, el perdón es amor, porque el amor no es capaz de producir sentimientos de rencor, de venganza ni de odio.
Cuando dejamos que el rencor se apodere de nosotros, dando rienda suelta a ese sentimiento de odio y resentimiento; nos estamos haciendo mucho daño, porque estos sentimientos enferman nuestra alma y espíritu, haciéndonos muy infelices y lo que es peor nos aleja de la solución del problema que lo ocasionó.
De allí, que se puede decir que el perdón es una inversión para alcanzar la plenitud y satisfacción de la vida, cada vez que perdonamos hay un nuevo comienzo y una renovación de nuestras relaciones.
Muchas veces nos cuesta perdonar, porque pensamos que al hacerlo estamos de acuerdo y que aceptamos la ofensa y más aún que le estamos dando la razón al que nos ofendió; pues no, perdonar es simplemente liberarnos de esos sentimientos que nos causaron ira y dolor, y a lo mejor sigamos ignorando al ofensor, pero sin odiarlo ni desearle mal alguno. Porque al perdonar, el amor fluye en nosotros proporcionándonos calma, serenidad y paz. Y no dejando que el odio invada nuestro corazón, pues el odio divide, maltrata, ataca y un sin fin de cosas malas.
Para facilitar este acto de perdón, siempre es bueno reflexionar sobre nuestros errores y así autoperdonarnos, lo cual aumenta la confianza en nosotros mismos y nos prepara para perdonar a los demás. Esto me hace recordar, un fragmento de una de las oraciones más rezadas por los cristianos de distintas religiones, me refiero al Padre Nuestro, que dice: “perdona nuestras ofensas, como también perdonamos a los que nos ofenden” si rezamos esta oración con el corazón, entonces estamos asumiendo que también nosotros podemos ofender y así mismo que estamos en capacidad de perdonar a los demás.
También es bueno detenernos a pensar, que la persona que nos ofende tiene sus defectos como todo ser humano, pero también tiene sus virtudes, al perdonar debemos centrarnos más en las virtudes que en los defectos; las virtudes nos acercan mientras que los defectos nos alejan.
Siempre, al hablar del perdón, me gusta hacer referencia a un paisaje de la Biblia, citado en el libro de Mateo, capitulo 18 versículo 21; cuando Pedro pregunta a Jesús, cuántas veces debía perdonar a su hermano, y Jesús le responde “no te digo hasta siete, sino aún hasta setenta veces siete”.
Lo que quiso Jesús, era enseñarle a Pedro que mediante el perdón ilimitado podemos deshacernos de la pesada carga de ofensas pasadas y así emprender un nuevo comienzo.
Pienso que en Venezuela hace falta mucho perdón; producto de las posiciones encontradas, estamos viviendo en un país cargado de mucho odio y resentimiento. Necesitamos reconciliarnos para que brille la paz y avancemos hacia un mejor país. Si Dios ha tenido misericordia con nosotros y nos ha amado con un amor tan grande, por qué nosotros no somos capaces de perdonar y llegar amar al que nos ha fallado en algún momento de nuestras vidas.
El amor no tiene barreras ni preferencias. La verdadera capacidad de amar la ponemos de manifiesto cuando somos capaces de amar a los buenos y a los malos, a los perfectos y a los imperfectos, porque simplemente el amor es de todos.
Y me pregunto ¿Por qué tanto odio entre nosotros? ¿Por qué tanto rencores y rencillas? ¿Por qué no cumplir con el mandato de Dios? Y convertir todos esos malos sentimientos en amor. ¿Por qué no amarnos unos a los otros?
Seamos humildes y dejemos a un lado el orgullo y la soberbia, los cuales no conducen a nada, por el contrario, cuántas cosas podemos perder por dejarnos llevar por ellos. La humildad es una de las virtudes más valiosas de un ser humano y el perdonar es una bendición de Dios y un bálsamo para el espíritu.